Era el verdadero mar de la felicidad porque no había que cortar caña sino rajarla. Hasta que llegaste tú, incapaz de “transmitir liderazgo”, con un “aluvión de gastos” para acabar la austeridad y el recato que sugería la ausencia de mi Comandante.
Por eso te propuse, ante “ambiente tan confuso” y pecaminoso, tras lavar mis manos con una panela de jabón azul, que reunieras en un “gran fondo” todo el billete del país y me dieras su administración para acabar con la corrupción. Y de vivaracho lo creaste pero repartiste su administración, preferiste la “dispersión del mando”. Eso no solía pasar en los días de gloria de mi Comandante. O mandaba él, o mandaba yo, o siempre mandaba Fidel. Nada de Ramírez y sus amigotes banqueros endógenos.
Ni tiempo me diste a sugerir nombres para “la dirección en los grandes fondos financieros del Gobierno, (FONDEN, Fondo Chino, Tesorería, Bco. Exterior, BIV)”, para acabar con “la percepción de corrupción” en el manejo de esos fondos. Porque al final todo se reduce a un problema de “percepción”, fíjate que no ha aparecido ninguno de los que se robaron los 25 mil millones de lechugas de CADIVI, denunciados por mí. Fue una “sensación de robo”
Me parecía necesario buscar “figuras de la revolución que el país considerara símbolos de lo impecable en el manejo de fondos públicos”. No sé de dónde los ibamos a sacar pero te aseguro que crearíamos una inmensa “sensación” de honestidad tan necesaria a tu gobierno. Todo se mueve entre la percepción y la sensación.
Me “resulta doloroso y alarmante ver una Presidencia que no transmite liderazgo”, o pretende hacerlo copiándose de mi Eterno y en la rebatiña del “otorgamiento de recursos masivos”.
“A la luz de estos hechos surge una clara sensación de vacío de poder en la Presidencia de la República, y concentración en otros centros de poder”. Además, deberías saber que soy “mientras más viejo más libre, y mientras más libre más radical” ¿Y sabes una cosa? Me caes malísimo.
Chaooo contigo. ¿Me entiendes?