Desde Harrods en Knightsbridge hasta las rutilantes tiendas de diamantes en Mayfair, Londres es la capital de los adictos al gasto. Como cada año poco antes de que comience el mes sagrado del Ramadán, que este año empieza este fin de semana, una ola de multimillonarios ciudadanos de Oriente Medio se lanza a las calles y protagoniza su particular terapia del gasto acompañados de guardaespaldas, chóferes y Rolls Royces y Ferraris matriculados en el Golfo Pérsico. Todos llegan a hacer lo mismo.
Los comerciantes llaman a este impulso consumista la fiebre del Ramadan. Un mercado muy lucrativo y de rápido crecimiento impulsado por los árabes ricos que viajan a Gran Bretaña para escapar del calor del desierto y disfrutar de la compra de regalos de lujo antes de volar a casa para pasar un mes de ayuno y cumplir con todo rigor sus creencias religiosas. Otra oleada similar coincide con las vacaciones de Eid, que marcan el final del Ramadán.
El aumento en los compradores durante los meses de verano ha sido tan regular y destacado en las calles de Londres que algunos han apodado en broma al fenómeno como “Harrods Hajj”, siguiendo la llamada de la tradicional peregrinación islámica a la ciudad santa de La Meca.
“Las tiendas de Londres son el lugar de Europa donde más compran los visitantes Oriente Medio. Es casi su segunda casa”, dijo Gordon Clark, director de Reino Unido en el Blue Global, una firma de investigación comercial con sede en Suiza. La empresa estima que las ventas pre-Ramadán en julio pasado aumentaron 60 por ciento en comparación con el año anterior. AP