Abundancia de hombres en Brasil por el Mundial

Abundancia de hombres en Brasil por el Mundial

(foto AP)
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Renata de Mouro Moitinho baila samba con tal agilidad que sus pies se pierden de vista. Su compañero de baile, no obstante, tropieza torpemente, como un bebé aprendiendo a andar.

En cierto sentido, el hombre de la apretada camiseta está dando sus primeros pasos, sus primeros pasos bailando samba: es italiano que está de visita en Brasil para asistir al Mundial de Fútbol, y Moitinho le está dando su primera lección de la célebre danza nacional.

Se conocieron en el Fan Fest de Rio de Janeiro adonde Moitinho, de 22 años, y un grupo de amigas han estado yendo para, como dice ella, “cazar a los extranjeros”, como por ejemplo el joven italiano, de quien no quiso dar su nombre.





Moitinho no es la única.

En las últimas semanas, con motivo del Mundial, han acudido a Brasil miles de fanáticos del fútbol, en su mayoría hombres, para deleite de las mujeres que superan a los machos por más de cuatro millones en este país.

Ese desequilibrio, resultado de una mayor tasa de mortalidad entre los hombres, es particularmente agudo en Rio de Janeiro, donde hay poco más de nueve hombres por cada 10 mujeres según el censo de 2010.

“Hay tantos hombres ahorita, es maravilloso”, dijo Moitinho, señalando hacia la multitud de machos en el Fan Fest. “El Mundial es un regalo de Dios para las mujeres”.

La abundancia de hombres, sin embargo, tiene su desventaja. Han surgido denuncias de hostigamientos sexuales de mujeres brasileñas por parte de hombres extranjeros. Aun así, en la mayoría de los casos, las mujeres en Brasil dicen que los visitantes se han portado bien y que tienen una conducta más educada y menos machista que la de los brasileños.

Moitinho, quien junto con tres amigas viajaron más de dos horas en autobús para ir al Fan Fest, dijo que los extranjeros tienen cierto aire que los brasileños no tienen.

“Son guapos, dulces, humildes, generosos”, comentó Moitinho mientras sus amigas trataban de enseñar al italiano a bailar samba. “Respetan a las mujeres y no coquetean agresivamente como los brasileños, que te agarran y tratan de besarte al primer instante. Son más caballerosos”.

Catia Santiago, una madre soltera de 35 años, coincidió.

“Nunca he tenido suficiente dinero como para viajar así que siempre pensaba que todos los hombres son como los brasileños, muy impacientes, muy agresivos”, dijo Santiago quien tomaba sol en la playa Copacabana. “Pero ahora me doy cuenta de que los ‘gringos’ no son así”.

Añadió que el problema de hablar en distintos idiomas no ha sido una barrera. “Estoy encantada con ellos”, comentó.

No todos están tan entusiasmados.

En los diarios brasileños han surgido artículos sobre mujeres que se quejan de extranjeros que las manosean o que se sienten con derecho a hacerlo. Varias mujeres le relataron al diario Estado de Minas que a varias hinchas ingleses las manosearon en una fiesta en Belo Horizonte después del partido de Inglaterra contra Costa Rica, el pasado 24 de junio.

La percepción equivocada de que las mujeres brasileñas son fáciles, y la ignorancia de los extranjeros sobre las costumbres locales, probablemente desempeñan un papel en tales incidentes. Brasil, cuna de supermodelos sensuales como Gisele Bundchen, es a la vez el país con la mayor población católica del mundo y por mucho tiempo ha tratado de conciliar su imagen de sexualidad destapada con las tradiciones conservadoras que aún rigen en gran parte de la nación.

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Matthew Coelho, de 33 años y oriundo de San Francisco, ha pasado varias semanas en Brasil con motivo del Mundial. Dice que se ha quedado perplejo por las costumbres locales sobre las relaciones amorosas.

“Por una parte, es fácil conocer chicas, son muy simpáticas y les encanta conocer chicos de Estados Unidos”, comentó. “Pero a veces cuestiono la motivación de algunas de ellas. Por ejemplo una vez salí con una chica en Brasilia y de repente me di cuenta de que ella sólo quería que alguien le pagara su parranda del viernes. En San Francisco, nos repartimos la cuenta, así que fue un poco extraño”.

Añadió que los malentendidos pueden salir de una u otra parte.

“Depende de la persona, pero da la impresión que algunas de ellas creen que si eres extranjero, eres rico, lo cual no es cierto en mi caso para nada, yo soy simplemente un mochilero”, dijo Coelho, señalando sus shorts y sandalias. AP