En nombre de los intereses del pueblo se han instaurado las más grandes tiranías de la historia. Amparados en la dictadura del proletariado y la lucha de clases, se han generado oligarquías de acero que medrando del trabajo de las grandes mayorías reeditan neomonarquías, que intentan evadir su carácter conservador apelando a la propaganda y jerga revolucionaria. Citando a Marx y Lenin, el socialismo soviético, cubano y el venezolano derivaron en sistemas de gobiernos completamente anti populares. En sus inicios grandes movimientos de masas terminaron secuestrados por una burocracia que usa el poder para preservar su dominio absoluto sobre el resto de la sociedad.
La elección de los delegados del PSUV es un claro ejemplo de como la “revolución bolivariana” se ha transformado en una triste reedición de una relación al mejor estilo feudal, donde los grandes jerarcas del partido actúan cual señores feudales y los militantes son tratados como vasallos, edulcorando la relación con subsidios, propaganda y promesas.
El nuevo vasallaje revolucionario de PSUV le asigna a cada militante un espacio donde trabajar, una UBCH, desde ahí él tendrá que hacer todo lo que pida la dirección nacional, estatal o municipal, pero la probabilidad de que un miembro de la UBCH sea candidato a concejal, diputado, alcalde, presidente o miembro del congreso del PSUV es mínima, por no decir imposible. Los cargos, todos, están reservados para los miembros de la cúpula, para los militares que sostienen el régimen desde los cuarteles y que al finalizar su carrera militar serán recompensados con ministerios, embajadas, gobernaciones, alcaldías o cualquier posición importante. La élite construida en 15 años, que quizás en algún momento fue popular, hoy solo se representa a sí misma, a sus intereses económicos y después políticos.
Dentro de los miembros de la realeza revolucionaria hay linajes y apellidos que tienen preeminencia sobre otros. Por ejemplo, Nicolasito, postulado por la parroquia El Valle para ser delegado, la última vez que escuchó del Valle era en referencia a los festivales del vallenato en Valledupar. Lo mismo ocurre con el hijo del originario Reyes Reyes, la esposa de Arias Cárdenas, familiares de Cilia, ministros, diputados, alcaldes y gobernadores.
La enorme abstención de las bases del PSUV hay que leerla como una rebelión. El militante se está cansando de ser tratado como un vasallo, usado y movilizado hasta el cansancio por una élite decadente incapaz de padecer las penurias o compartir el botín. Para nadie es un secreto que las denuncias de corrupción hechas por Giordani, quien señaló que se habían perdido más de 25 mil millones de dólares en empresas de maletín, está haciendo mella en la sustentación popular de la hegemonía del madurismo. Comentaba un diputado del PSUV hace meses, cuyo nombre me reservo, que a la revolución no la iba a tumbar la oposición sino la corrupción y la ineficiencia.
El partido de los apellidos y la corrupción es hoy la primera minoría política y electoral. En todas las encuestas, la oposición, más la franja de los que por ahora se definen independientes, representan más del 65 % del país y esa tendencia, en medio de la aplicación de un ajuste neoliberal brutal e impopular, tenderá a profundizarse. Se acerca el momento en que las bases del partido rojo, indignadas de ser tratadas como vasallos, busquen una unidad diferente para cambiar el país. La alternativa democrática debe estar preparada para recibirlos y no cometer los mismos errores.
Carlos Valero