Un doble error del meta chileno Claudio Bravo en su debut con el Barcelona dio la victoria (1-0) al Nápoles de Rafa Benítez, en un partido que dominó con claridad el conjunto azulgrana, incapaz, eso sí, de generar ocasiones claras de gol. EFE
Luis Enrique sacó esta vez un once con solo un jugador del filial, el joven Munir, y a la espera del tridente ofensivo que deben formar Messi, Neymar y Luis Suárez, volvió a insistir con Rafinha en la posición de falso ‘9’.
El Barça acusó de nuevo las carencias habituales a estas alturas de la pretemporada: la falta de intensidad, de ritmo y de acierto rematador. Aun así, fue muy superior al Nápoles, que apenas había inquietado al meta Bravo hasta el afortunado tanto de Dzemaili a falta de diez minutos para el final.
Luis Enrique dio la alternativa a casi todas las jóvenes promesas del filial en la última media hora y el equipo agradeció la revolución porque, a partir de entonces, exhibió un fútbol algo más dinámico.
Bravo, que había tenido una segunda mitad de lo más plácida y hasta entonces se había mostrado muy seguro con los pies, despejó mal un balón, que le cayó a un recién ingresado Dzemaili.
El macedonio ejecutó con decisión un tiro seco y centrado desde treinta metros que a priori no llevaba peligro y que al chileno se le escapó de las manos.
Un error fatal que acabaría en el único gol del partido y que daría la victoria al Nápoles en un encuentro que parecía destinado a acabar sin goles.
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