José Morán, taxista, recorrió estaciones de servicio de combustibles. Vio que en Belloso, Haticos, Las Banderas, los avisos de cierre se repetían. “Estaban cerradas”. Continuó su búsqueda para abastecerse de gasolina. En su tránsito por Maracaibo pasó por otras que “estaban llenas. Demasiadas colas”. No perdió tiempo y siguió. laverdad.com / Yasmín Ojeda
Apuntó la ruta hacia San Francisco, pensó en tener “suerte” como el jueves, cuando “en una bomba de la Zona Industrial fue fácil llenar el tanque del carro”. Luego de rodar por horas, sentenció cargar en la estación Lagopista, en Circunvalación 1.
Ya en dos ubicadas en la vía al municipio sureño salió “estampado”. En ambas, las “largas colas” se advertían desde 200 metros. Autobuses de PDVSA cargaban gasoil. Las bombas restringieron el paso para privilegiar la atención oficial.
Morán desconoció por qué “varias bombas están llenas. Mucha gente en colas”. El surtido de carburante solo era de 95 octanos. En las islas de las estaciones se alertaba con letreros la ausencia de la presentación de 91 octanos. Los trabajadores aseguraban la falta del tipo de octanaje. Morán, agotado por el trayecto, cansado de manejar por la ciudad, se quedó en la C-1 para abastecerse de 60 litros. Pagaría seis bolívares.
Egys García, usuario, parecía seguir a Morán aunque no lo conocía. “He pasado por 10 bombas y decidí hacerla aquí. No seguiré más”, relató arropado por el sol del mediodía. Desde la latonería de su vehículo salía el vapor del motor. “No sé qué pasa. Será que van a acabar con la gasolina”, comentó entre quejas por las fallas en el servicio. Dijo estar “apurado”. Debía ir al Hospital General del Sur para visitar a su madre hospitalizada.
En San Francisco, “las colas están bastante largas. Hoy está grave”, criticó José Morales, transportista público. Consideró las causas del colapso a la revisión del precio del litro de la gasolina. Una medida que golpearía su pago diario de “alquiler de carro”. Dijo entender la necesidad del aumento porque es más “barato que el agua. Si aumenta, que haya (surtido) sin colas”, reclamó.
Las gandolas en Bajo Grande ayer esperaban turno para el despacho. En las seis islas rotaban las cargas. Otras 26 unidades registraban su ingreso en los patios del llenadero. En otro centros de surtidos a camiones de asfalto, las operaciones se tornaban “lentas”. Un conductor dijo a La Verdad que el personal llega a las 9.00 de la mañana y sale a las 11.00 paralizando las salidas programadas. Otro transportista acusó a los “bachaqueros” de saquear las bombas.