Maduro y Cabello han dilapidado, cual niños ricos, la herencia política recibida. La evidencia empírica es brutal, basta salir a la calle, hacer una cola en Mercal o en cualquier supermercado ubicado en zonas de clase media para descubrir la enorme coincidencia entre todos los sectores sociales al momento de culpar a Maduro, sus ministros y al modelo, de las carencias y penurias que padece el venezolano. Se equivocan quienes piensan que los resultados del Congreso del PSUV son una victoria política para el binomio Maduro-Cabello. En política 2+2 no necesariamente es 4. Como dice el colega Edgar Gutiérrez en su cuenta @gedgard “Congreso del PSUV no terminó a silletazos (como AD en Caraballeda) pero cuando leo que Maduro salió fortalecido me digo: #PerdonalosSeñor.
La élite del PSUV salió del congreso sin luces para entender la crisis, más distanciada del país y encerrada en sí misma. El Polo Patriótico tuvo que realizar sus discusiones fuera del seno del Congreso. La disidencia no pudo siquiera opinar. La discusión fue orientada para que no hubiera debate y Maduro tuvo además el “acierto” simbólico de anunciar el aumento de la gasolina desde el cuartel de la montaña, donde yacen los restos del comandante eterno, como para decirle al pueblo chavista que en realidad era Chávez después de muerto (porque en vida nunca lo hizo) quien estaba anunciando el viraje hacia el capitalismo salvaje.
La imagen de Maduro cae sostenidamente en la opinión pública. Datanalisis de julio ubica su imagen negativa de 62.3 y positiva 35 y lo relevante es que esa caída (reflejada en todas las encuestas serias) arrastra al PSUV, que cae a 21%. En esta encuesta, Datanalisis pregunta quien ha sido el peor presidente de Venezuela en los últimos años y los resultados son sorprendentes: Maduro (44.2), CAP (17.4), HCF (8.5), Caldera (6.8), Lusinchi (5.9), Pérez Jiménez (2.8) Herrera Campins (2.0).
La debilidad ante la opinión pública dificulta que Maduro asuma el costo político del ajuste. De hecho, no es de extrañar que comiencen a surgir serios problemas entre los manejadores del tema económico y los “políticos” del gabinete, encabezados por el presidente obrero y el capataz de la AN. Lamentablemente para el país, Maduro no ha tenido el coraje de asumir el toro por los cachos e implementar un giro en la política económica que logre sacar al país de la crisis. Nicolás desaprovechó la luna de miel retrasada que le dio el Dakaso para decidir.
El dilema del PSUV es ajuste impopular o mayor crisis, mucho más impopular. No hay manera de aplicar paños calientes para la grave enfermedad de nuestra economía. El gobierno por miedo pareciera tomar el rumbo del gradualismo, lo cual acentuará el círculo vicioso de la crisis. Están atrapados y tendrán que pagar un alto costo político por el caos, la corrupción y el despilfarro. El dúo Maduro-Cabello pasará a la historia como los sepultureros del chavismo.
Lo increíble es que frente a este cuadro la oposición se encuentre dividida y sin una estrategia común. Afortunadamente se acercan las elecciones parlamentarias y ese escenario hará altamente probable una reunificación de las fuerzas opositoras para devolverle el poder y la majestad que Cabello le resta a la Asamblea Nacional. Al margen del CNE, el cerco mediático o el ventajismo, podemos repetir el fenómeno de San Diego y San Cristóbal en las parlamentarias. La oposición, unida y con un discurso social incluyente puede obtener una amplia mayoría en la AN, lo cual será el inicio del verdadero cambio.
Carlos Valero
@carlosvalero08