Amnistía Internacional denunció hoy que la supuesta decapitación del periodista norteamericano James Foley a manos de yihadistas es un “crimen de guerra” que subraya el riesgo “espeluznante” que corren los reporteros.
La organización pro derechos humanos aludió en un comunicado divulgado en Londres al vídeo difundido en foros extremistas que muestra la decapitación del periodista estadounidense, de 40 años, desaparecido en Siria en 2011, a manos de militantes del Estado Islámico (EI).
Segun AI, este supuesto asesinato “subraya la urgente necesidad de todos los países con influencia en la región de asegurar que otros periodistas desaparecidos son puestos en libertad de forma segura”.
En el vídeo, el encapuchado que decapita a Foley habla un inglés con acento del Reino Unido, lo que está siendo investigado por el Gobierno de Londres, según indicó hoy el ministro británico de Asuntos Exteriores, Philip Hammond.
“Este vídeo estremecedor, si es genuino, es devastador para los seres queridos de James Foley y espeluznante para la familia, amigos y colegas de aquellos periodistas que continúan desaparecidos en Siria y en el norte de Irak, y que se teme que hayan sido capturados por militantes del EI”, indicó Said Boumedouha, subdirector del programa para Oriente Medio y Norte de África de AI.
Según Boumedouha, “es un crimen de guerra y todos los que han perpetrado el asesinato y aquellos que lo ordenaron deben enfrentarse a la justicia”.
Amnistía instó a los países con intereses en la región a “emplear todos los medios diplomáticos posibles para asegurar que ningún otro periodista, u otros que desempeñen su trabajo en el área de manera legítima, sean asesinados al realizar su trabajo”.
La organización recuerda además que los militantes yihadistas también afirman que tienen en su poder a otro reportero de EEUU, Steven Sotloff, y que su vida depende de las próximas decisiones del presidente estadounidense, Barack Obama.
Según AI, la idea de que “los periodistas están siendo objetivo como venganza por la implicación de EEUU en Irak es profundamente alarmante e incrementa los temores de que otros rehenes podrían sufrir un mayor riesgo”. EFE