A punto de cumplir los 104 años, Hidekichi Miyazaki tiene el récord mundial de 100 metros para centenarios y no duda en desafiar al hombre más rápido del mundo, Usain Bolt, con el que sueña poder competir.
Miyazaki estableció hace unos años el récord mundial de 100 metros para centenarios con un tiempo de 29.83 segundos y se ha ganado el apodo de ‘Bolt de Oro’, en referencia al campeón jamaicano. Ahora prepara ahora su próximo reto, lograr un nueva plusmarca en la categoría de entre 105 y 109 años, y desvela con alegría su arma secreta: la mermelada de mandarina de su hija.
“Me encantaría competir con Bolt”, dice Miyazaki a la AFP, en una entrevista tras superar la meta entre aplausos en un reciente campeonato Masters de Atletismo de Japón, competición abierta a los atletas mayores, en Kioto.
“Mantengo vivo el sueño. Intento mantenerme en forma, ser disciplinado y preservar la buena salud. Es importante para todos, incluso para Usain Bolt”.
Nacido en 1910 -el año en que Japón se anexionó Corea y cuando el Titanic estaba en construcción-, Miyazaki dio algunos consejos de dieta a Bolt, cuyo récord mundial se sitúa en 9.58 segundos.
“Mi cuerpo es pequeño por lo que tengo cuidado con lo que como”, dijo Miyazaki, de apenas 1,53 metros de estatura y 42 kilogramos de peso.
“Cuando como, mastico cada bocado 30 veces antes de tragar. Mi estómago lo agradece y esto me ayuda a correr. Y me como mi mermelada de mandarina cada día”, agregó.
En un país con una de las mayores esperanzas de vida, unas 6.000 personas mayores están inscritas en la federación de Masters, que celebra más de 40 competiciones cada año en todo el país.
Miyazaki se abrazó a su hija Kiyono, de 73 años, tras cruzar la meta después de 38.35 segundos, más de 20 segundos por detrás del ganador de la carrera Yoshio Kita, de 82 años.
“Me daría un cinco sobre diez por esto”, dijo tras recuperar el aliento y copiar la reconocida pose de Bolt apuntado con el dedo al cielo. “Antes de correr me he echado una pequeña siesta. ¡Gran error! Estaba tenso.”
“Sigo siendo joven por lo que es un proceso de aprendizaje, bromeó, con una sonrisa de oreja a oreja mientras se colocaba un sombrero de paja. Puedo correr durante otros cinco años”.
– Vocación tardía –
A Miyazaki, nativo de Shizuoka, a 200 km al suroeste de Tokio, la vocación le vino bastante tarde. Empezó a correr a los 92 años, después de ver un día unas pruebas de deporte para mayores en televisión.
En 2010 se convirtió en el centenario más rápido del plantea y ahora tiene la vista puesta en su próximo reto.
“Es por lo que estoy entrenando”, dijo Miyazaki, que pierde valiosos segundos al inicio de las carreras porque no oye el pistoletazo de salida.
“Mi cumpleaños es el mes que viene y ese es mi objetivo”, añadió.
Solo necesita cruzar la meta para establecer un nuevo récord, dado que no existe ninguna marca en la categoría de entre 105 y 109 años.
Después de que Miyazaki abandonara la pista, Misue Tsuji, de 85 años, lanzó un peso a 4,73 metros. Antes estableció una marca de 2,07 metros en la disciplina de salto largo. Y marcó también un nuevo récord de 13,85 en 60 metros lisos femeninos.
“Empecé a hacer atletismo cuando tenía 81 años”, dijo. “Mi marido murió y pensé que no tenía sentido quedarme dando vueltas en casa sola”.
Tsuji participará con Miyazaki en los campeonatos del mes que viene de Asia Masters en el noreste de Japón.
“Sufrí una pequeña caída el año pasado e iba a pasar”, dijo Tsuji. “Pero mi hijo me dijo que puede que no me quede mucho por vivir, así que hago que lo me dicen. Seguiré yendo mientras esté en este mundo”.
– Debut en Honolulu –
En Tokio, Yoko Nakano, de 78 años, se prepara por su parte para batir su nuevo récord.
Corrió su primer maratón a los 70 años “para divertirse” cuando estaba de vacaciones en Honolulu -en 4h04:44- y ahora posee el récord en la categoría de 75 a 79 años, al igual que las plusmarcas en los 3.000 y 5.000 metros.
“Estábamos de vacaciones y pensé que podríamos correr”, dijo sonriendo. Su plusmarca en maratón es de 3h53:42.
Nakano, que también corrió los maratones de Nueva York y Boston, se recuperó de una operación de estómago el año pasado caminando por los pasillos del hospital a modo de reeducación.
“Caminé unos siete kilómetros diarios en el hospital”, dijo. “Supongo que soy demasiado cabezota para abandonar”.
Por Alastair HIMMER/AFP