A diferencia de los otros gatos que están encerrados en el albergue de animales, a la espera de que una familia los adopte, Tucker no sólo fue abandonada. Además está muy enferma, reseña Infobae.
No es algo terminal, pero hace que le cueste vivir con normalidad. Una extraña afección en los músculos del rostro le impide realizar ciertas expresiones faciales y la deja todo el tiempo con un semblante de profunda tristeza.
El problema, que podría ser banal, está lejos de serlo. Porque a fin de cuentas, ¿quién adoptaría a una gata que parece estar todo el tiempo triste y enojada?
Pero ese no es su única enfermedad. Tiene las articulaciones mal constituidas, lo que le dificulta caminar. Además de un problema en la sangre que le hace la piel muy delgada y la deja muy expuesta a lastimarse.
También padece pérdida de cabello severa, a causa de unas costras que le salen permanentemente en el cuerpo. En suma, es necesario tomar cuidados extremos con ella.
La situación es muy injusta, porque Tucker es sumamente cariñosa. Incluso más que muchos de sus compañeros. Sin embargo, los visitantes suelen elegir a los otros, que tienen un aspecto más agradable.
“Tucker disfruta sentarse en la falda de las personas y jugar con muñecos de cordel. También adora que la acaricien debajo de la barbilla y detrás de las orejas, y es grandiosa con los niños”, cuenta su breve biografía en el sitio web de Purrfect Pals, el refugio en el que se encuentra, en Arlington, Washington.
Pero más allá de todo lo que tiene en contra, ella sigue soñando con que alguna familia solidaria la adopte y le dé todo el amor que se merece.