Tiene cuerdas y clavijas, pero no es una guitarra. Se puede soplar aunque tampoco es una flauta, y su caja de resonancia recuerda a un tambor: el ludófono de Colombia, ganador del premio Innovadores de América 2014, busca inculcar música de una manera diferente.
Similar en su forma a un arpa, este instrumento tres-en-uno, que se debe tocar sentado, vincula colores con sonidos para enseñar las bases del ritmo, explica a la AFP su creador, David Hernández.
“Lo que hacemos es escribir partituras a través de la identificación de colores, tanto en la zona de vientos como de cuerdas. En la percusión, partimos de la identificación de sonidos graves o agudos”, dice este bogotano de 23 años.
Así, pegatinas rojas, verdes o amarillas en la superficie del instrumento señalan las notas musicales.
“Queríamos ir un nivel más allá de un juguete pero sin llegar a ser un instrumento profesional”, afirma Hernández, quien concebió el ludófono hace tres años como proyecto de grado universitario de Diseño Industrial.
El objetivo era despertar la curiosidad hacia la música y retomar la importancia de enseñar artes en la escuela primaria. “¿Por qué niños? Porque queremos llegar a lo básico, a lo más sensible”, dice.
El “Ludófono – Proyecto lúdico de artes integradas” fue distinguido en agosto en la categoría Diseño del Premio Innovadores de América 2014.
Este galardón, creado por Innovamerica Inc., con sede en República Dominicana, y apoyado por la Corporación Andina de Fomento (CAF), la Alcaldía de Medellín y algunas empresas privadas, busca destacar proyectos de latinoamericanos sobresalientes en los campos del desarrollo social, empresarial, cultural y científico.
“El primer prototipo pesaba dos kilos y era de madera muy gruesa. Tenía una platina metálica y no sonaba”, cuenta su creador entre risas, mientras acaricia sus invenciones como si fueran bebés.
Ahora es liviano, de varios colores y viene con un manual para enseñar música. El equipo cuenta con unas 40 unidades para comercializar a instituciones. Trece colegios de Colombia ya lo han adquirido.
“Desarrollamos el ludófono para ser un mediador en el proceso de aprendizaje. Cuando empezamos los talleres (que acompañan la venta del instrumento), vimos que no todos vamos con la música. Entonces integramos teatro, lectoescritura, pintura, grafiti, cómic”, agrega Hernández.
Así, una banda musical, Le Big Sur de Bogotá, se integra al proyecto y toca en centros educativos para motivar a los niños. “Los subimos a la tarima, les conectamos el ludófono y los niños se sienten ‘rock stars'”. AFP
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