Los rojos de siempre, especializados en responsabilizar a la oposición de los delitos que cometen sus grupos afines, culpan “al fascismo”, “a la derecha”, “a la burguesía golpista”, en fin, a los “otros”, del crimen cuyas señales apuntarían hacia las pugnas e intrigas al interior del oficialismo. Maduro achaca esos crímenes al sicariato y algunos ya señalan al chivo expiatorio de Uribe y los paramilitares.
Así las cosas, las crecientes muertes violentas, cada vez más atroces, seguirán ocurriendo, mientras sus autores andan libres y las autoridades, en vez de perseguirlos, culpan a Obama y al “fascismo” opositor. Septiembre fue el más violento: 425cadáveres fueron ingresados solo en la morgue de Bello Monte. El mismo día del asesinato atroz de Serra, mataron al escolta de un concejal del PSUV para robarlo; delincuentes de Ocumare emboscaron al Cicipc; mataron a 2 efectivos de seguridad en Guatire; asesinaron a un mesonero cuando salía de su casa; el periodista Daniel Lara, de RCR, fue atacado a batazos por “colectivos motorizados” a la salida de la emisora; protestaron en Petare por asesinato de transportista; en Gramovén hallaron el cadáver del taxista que fue asesinado a golpes, y en lugar cercano hallaron restos del comerciante portugués secuestrado y asesinado. Son tantas las muertes violentas, que quedan ilustradas en reciente mancheta de El Nacional: “Un sacerdote, un ingeniero y una comisaria del Cicpc víctimas del hampa rojita”. Los “colectivos” son los reyes de la violencia, hasta en los hospitales, como denunciaron en el JM de los Ríos. Prohibido investigar la denuncia hecha hace algún tiempo en El Nacional por la atribulada madre del asesinado escolta de Serra: “El que mató a mi hijo está en la AN”.
Está también otra violencia que tampoco el gobierno quiere que se sepa: la del Sebin, que, como policía política del régimen, ha devenido en tribunal que juzga sumariamente, torturando e incomunicando a los jóvenes solo porque protestan pacíficamente, y a los presos políticos Leopoldo López, Scarano, Ceballos y a muchos otros. Lejos de ponerle coto a tanto crimen impune, el gobierno crea una “fuerza de choque militar” para “combatir planes de desestabilización que perturben el país”. Es decir, para reprimir a quienes protesten porque no consiguen alimentos o simple acetaminofén para la epidemia extendida por negligencia oficial.
A la violencia del hambre por la escasez creciente, Maduro responde con otra forma de violencia obscena: el despilfarro de jeque en su viaje a la ONU, con comitiva de 175 personas (hijos, nietos, parientes, militares y otros) y gasto superior a 2,5 millones de dólares, sin contar el nuevo y lujoso avión presidencial disfrazado de flota de Conviasa, que prueba los gustos capitalistas del “presidente obrero”.
Publicado originalmente en el diario El Nacional (Caracas)