En su intento por desbancar al gobernante Partido Socialista, la dividida oposición de Venezuela ha recurrido a un nuevo líder: un ex comunista corpulento y de hablar fuerte que asegura que su primera tarea es reavivar las protestas callejeras, publica The Wall Stret Journal.
La designación de Jesús “Chuo” Torrealba para encabezar la coalición de partidos políticos conocida como Mesa de la Unidad Democrática es un giro drástico frente a los líderes previos que parecían más cómodos detrás de un escritorio que en campaña en los barrios pobres.
El miércoles, Torrealba dijo que su grupo organizaría 22 asambleas comunitarias a nivel nacional el sábado para discutir la delincuencia rampante luego de un enfrentamiento de ocho horas en el centro de Caracas esta semana que dejó cinto muertos, incluyendo a un líder paramilitar que alguna vez tuvo lazos cercanos con funcionarios del gobierno.
Torrealba señaló que espera usar las marchas y reuniones en vecindarios de bajos recursos para llegar a los venezolanos que alguna vez apoyaron al Partido Socialista pero que han quedado decepcionados con la gestión que el presidente Nicolás Maduro le ha dado a la economía y la seguridad.
La estrategia es vital si los candidatos de la oposición quieren un apoyo firme en preparación para las próximas elecciones de envergadura, las legislativas que se celebrarán en diciembre 2015.
“El principal espacio para la política está en las calles”, dijo Torrealba, de 56 años, quien puntualizó su staccato rápido con movimientos de sus manos. “Tiene que entrar a los barrios con la fuerza de su personalidad y pelear por los corazones y las mentes”.
El político es hijo de dos líderes sindicales y se crió en barrios difíciles antes de ganar prominencia como reportero investigativo de televisión. Cuando la coalición de la oposición lo buscó, Torrealba dice que no pudo resistir la oportunidad de entablar lazos con los pobres que fueron cautivados por Hugo Chávez, quien fundó el Partido Socialista.
“Fue algo que no pude ignorar”, señala.
La designación de Torrealba se produce en momentos en que los índices de aprobación de Maduro llegan a 35%, un récord mínimo, y mientras el mandatario trata de contener una inflación de 60% y una escasez generalizada de productos básicos.
“La mayoría del pueblo venezolano está en contra de la crisis y reconoce que el gobierno es responsable, y como oposición, es nuestro deber plantear otra opción”, dijo. “Si el gobierno no está haciendo su trabajo, lo haremos por ellos”.
Torrealba está apostando a que las extensas barriadas venezolanas, alguna vez un bastión electoral del partido gobernante, están ahora en la mesa de juego.
La tarea no será fácil. Existen tantos votantes descontentos con las peleas internas de la oposición como con Maduro. En una encuesta reciente de Datanálisis, una firma con sede en Caracas, 39,6% de los sondeados aprobó a la oposición, comparado con 37,4% que apoyaba al Partido Socialista.
La estrategia de Torrealba, que pondrá en marcha el 18 de octubre y gira en torno a la práctica de enviar activistas de puerta en puerta en las barriadas, podría enviar un mensaje fuerte a votantes potenciales. Pero Benigno Alarcón, un politólogo de la Universidad Católica Andrés Bello, dice que viene con riesgos luego de las violentas protestas antigubernamentales de este año que dejaron más de 40 muertos.
“Es muy pronto para decir si la estrategia de Chuo funcionará”, dijo. “Las cosas están tan tensas que cualquier chispa puede desencadenar en violencia”.
Torrealba también enfrenta el desafío de unir a una oposición que está dividida entre una facción moderada que busca derrocar a Maduro en las urnas y una más radical que quieren obligar una renuncia del presidente a punta de protestas.
“Durante los últimos meses, el liderazgo de la oposición ha estado básicamente en una pelea abierta”, dijo John Magdaleno, director de la firma de consultoría política local Polity. “Hay estrategias muy diferentes en la forma de asumir la situación del país”.
Torrealba, quien también es un profesor, trabajó como asesor para el Instituto Nacional de Estadística y el Ministerio de Educación antes de que Chávez llegara a la presidencia en 1999. Para entonces, Torrealba ya estaba desilusionado con la ideología de la extrema izquierda.
“Rompí con el comunismo porque controla al individuo”, dijo. “Dejé la política de los partidos porque no se esforzaba por ayudar a la gente; era una lucha de poder”.
Torrealba dice que su estrategia significará “más contacto persona a persona, cara a cara, casa a casa”.
“Ese tipo de contacto permite un intercambio de información e ideas”, señaló. “Ese tipo de actividad es lo que vamos a desarrollar”.