Después de estar a punto de perder a Emerson, el mayor de sus hijos, Adrian Murray encontró la inspiración para crear una serie de retratos verdaderamente increíbles del niño y así inmortalizar los momentos más entrañables y valiosos del tiempo pasado con él.
Las idílicas imágenes llenas de cariño, en las que el hijo de Murray aparece sonriente y feliz, transmiten una sensación de alegría que solo se puede sentir en la infancia y logran borrar cualquier rastro de aquello motivó su creación.
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