FREETOWN, Sierra Leona.- Mira al vacío. No vino para esto. Si hubiera querido ir de vacaciones, se habría quedado en Cuba. El enfermero F. -que no quiso revelar su nombre- es uno de los 165 médicos y enfermeros enviados por Cuba para luchar contra el ébola. Se presentaron como voluntarios para ayudar, para “salvar al mundo” de la peor crisis sanitaria desde la irrupción del VIH. En cambio, pasan el día alrededor de una piscina.
“Cuando pidieron voluntarios para ir a Sierra Leona, me llamaron diciendo que tenía que estar en La Habana en dos días”, explica F. mientras toma una botella de agua mineral.
“Nos dieron conferencias médicos estadounidenses y británicos, y expertos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Incluso construimos un hospital de campaña. Pensábamos que dormiríamos en carpas. Después nos dijeron que estaríamos en un hotel.. Hace ya más de un mes”, lamenta este trabajador experto en enfermedades infecciosas, que combatió el cólera en Haití.
La misión cubana es el equipo médico internacional más grande desplegado hasta la fecha en Sierra Leona, un país que necesita personal sanitario urgentemente para atender la creciente demanda de camas de tratamiento y aislamiento. La enfermedad se propaga a una velocidad de más de 400 nuevos casos por semana. Sierra Leona tiene apenas 350 camas, muy por detrás de las 1163 necesitadas según los cálculos de la OMS.
Mientras las Naciones Unidas reclaman más efectivos para atender las nuevas instalaciones en construcción, los enfermeros del hotel Barmoi se preguntan por qué aún siguen de brazos cruzados. Sólo 60 de los 165 profesionales cubanos han sido desplegados al día de hoy. Trabajan en turnos de ocho personas en el nuevo hospital de Kerry Town, un centro con capacidad para 80 pacientes a las afueras de Freetown que en este momento atiende a tan solo cuatro enfermos.
El virus del ébola, mientras tanto, mató a más de 1500 personas y contagió a 4800, que aguardan en sus casas o en las salas de espera de los hospitales a la espera de una plaza para ser tratados.
“Estamos preparados para trabajar. Entrenamos en Cuba y hemos seguido entrenando aquí”, asegura el enfermero. “Solíamos practicar a ponernos el traje protector detrás de la piscina del Barmoi, hasta que tuvimos que parar debido a la alarma de los huéspedes, asustados de ver a 30 personas vestidas con el traje del ébola acechando sus habitaciones”.
Se supone que 30 o 40 de ellos irán al nuevo centro de Port Loko, una de las zonas más afectadas por la enfermedad. Las instalaciones están aún en construcción. Abrirán con suerte la semana que viene.
“Lo que no entiendo es por qué nos enviaron antes de que hubieran terminado de montar los hospitales”, explica F., incrédulo. Un enfermero británico del Hospital Connaught de Freetown, donde han estado entrenando los cubanos, dice tener la respuesta: “Fueron los únicos que respondieron a la llamada internacional, y como fueron tan rápidos, ahora no saben qué hacer con ellos”.
Se baraja la posibilidad de enviarlos a las futuras instalaciones de Hastings (Freetown) o a Lakka Beach. Algunos empezarán en los próximos días a trabajar en un hospital con pacientes ficticios para que sigan, aún, entrenando. “Es un proceso normal de preparación. Nos estamos coordinando con la OMS y el Ministerio de Sanidad; todo sigue su ritmo normal. Estamos listos para empezar, pero no estamos desalentados”, explica el doctor José Delgado, jefe de la delegación cubana.
Mientras tanto, Gran Bretaña busca personal médico internacional para atender las 700 camas extra que aportarán cinco nuevos hospitales proyectados por la cooperación británica. Australia y Noruega se comprometieron a enviar médicos, pero aún no se sabe cuándo.
Así que al menos durante un tiempo, los cubanos seguirán siendo la mayor misión internacional desplegada en el país. Aunque no tengan dónde trabajar.
Cerca de 70 trabajadores del Sistema Nacional de Salud de Gran Bretaña llegarán a Sierra Leona previsiblemente el próximo 22 de noviembre. Necesitaron dos semanas de entrenamiento. La preparación de los médicos cubanos se prolonga ya por más de un mes.
Sentado en su hotel, F. no alcanza a comprender a qué se debe el retraso. Si resulta infectado por el ébola, no podrá regresar a Cuba. “Nos dijeron que igual nos mandan a Gran Bretaña, o igual nos tratan aquí. Pero ya lo sabíamos. Cuando nos presentamos voluntarios, aceptamos las consecuencias”. Sea cual sea su destino, lo encontrará esperando junto a la piscina.
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Con información de La Nación, CubaSi, y Martí Noticias