El enojo por la desaparición de 43 estudiantes de magisterio en México se tornó el jueves también contra el presidente Enrique Peña Nieto, que para algunos enfrenta la mayor crisis desde que asumió el poder hace casi dos años.
Decenas de miles de manifestantes se volcaron a las principales calles de la Ciudad de México para acompañar a los padres de los estudiantes desaparecidos el 26 de septiembre en el estado sureño de Guerrero, y a la par de exigir justicia reclamaron la actuación del presidente y su gobierno, que no ha aclarado el caso.
“Estamos cansados”, dijo Julieta González, una psicóloga y profesora que caminaba por el centro de la capital mientras sostenía una hoja que rezaba: “quiero que renuncie Peña Nieto”. La acompañaba su hija de ocho años.
“Todo es parte de la corrupción”, consideró. “Los que tenemos hijos queremos dejarles algo, por lo menos el ejemplo de que levantando la voz podemos hacer mucho y podemos hacer que escuchen”.
En su mayoría vestidos de negro, los manifestantes caminaron hacia el Zócalo, la plaza principal del centro de la capital, mientras alzaban banderas mexicanas pintadas de negro en señal de duelo, fotografías de los 43 alumnos desaparecidos de la Normal Rural de Ayotzinapa y pancartas con leyendas de “Ya me cansé” y “Fue el Estado”.
En pancartas, pintas en paredes y gritos se repetía una y otra vez: “¡Fuera Peña!”.
En otras ciudades de México y en el extranjero también hubo manifestaciones.
En la capital de El Salvador, universitarios vestidos de negro y otros con ropa blanca manchada de rojo marcharon hacia las inmediaciones de la embajada mexicana para exigir que se conozca el paradero de los jóvenes. En Bolivia, estudiantes de la Universidad Mayor de San Andrés protestaron en el recinto portando fotos de los desaparecidos con la leyenda: “Vivos se los llevaron… Vivos los queremos”.
El 26 de septiembre, policías de la ciudad sureña de Iguala atacaron a estudiantes de la Normal Rural de Ayotzinapa que habían llegado a recolectar recursos. Tres murieron y 43 más desaparecieron. Según las investigaciones habrían sido entregados a sicarios del grupo del narcotráfico Guerreros Unidos, algunos de los cuales han declarado que los mataron y quemaron en un basurero de la zona, aunque hasta ahora no se han concluido las pruebas de ADN de los restos localizados.
“Es demasiado injusto”, afirmó Mariana Cárdenas, estudiante de mercadotecnia de 26 años, frente al monumento a la Revolución, en el centro de la capital.
“Como mamá yo no me imagino el dolor que están pasando los padres y familias de los estudiantes”, comentó la joven, acompañada de sus dos hijas, de 4 y 5 años, que portaban banderas mexicanas de luto y una pancarta en la que se leía: “¿Y si tu hijo fuera el número 44?”.
La marcha de la Ciudad de México fue en gran medida pacífica, al contrario que recientes protestas que terminaron con la quema de edificios del gobierno en Guerrero. Siempre que manifestantes enmascarados intentaban unirse a la concentración, los asistentes se lo impedía con cánticos de “¡Violencia no!” y “¡Fuera las máscaras!”.
Luego de que la mayoría de los manifestantes abandonase el Zócalo, un pequeño grupo de jóvenes enmascarados empezó a enfrentar a la policía con piedras y palos. La policía respondió con extintores para acabar con los incendios provocados por el grupo y para obligarles a retirarse de la plaza.
En las primeras horas del día unos 200 jóvenes, la mayoría con las caras cubiertas por máscaras o bandanas, se enfrentaron a agentes antimotines mientras trataban de bloquear una autovía en las cercanías del aeropuerto internacional, en la zona oriente de la capital mexicana. Un agente fue golpeado luego que los jóvenes lanzaron piedras y cocteles molotov, y una patrulla fue incendiada.
En distintos momentos de la marcha vespertina, los manifestantes realizaron un conteo progresivo del número 1 hasta al 43, recordando el número de los normalistas desaparecidos.
“Nosotros no sólo ya nos cansamos, ya estamos hasta la madre de este gobierno”, dijo una estudiante de 21 años de edad que afirmó venir de Guerrero y prefirió no dar su nombre por miedo a represalias. “Ya desaparecieron algunos; no quiero ser la siguiente”.
Horas antes, el presidente señaló que la violencia “es inaceptable” y dijo que si bien el país está “dolido”, convocó a actuar de manera pacífica.
Esta misma semana, el mandatario dijo que veía en algunos hechos violentos en las distintas movilizaciones que han ocurrido desde el ataque a los estudiantes intentos de “desestabilización” de su proyecto de país.
El caso de Iguala mostró la complicidad entre las autoridades y el narcotráfico, lo que ha estimulado las protestas para exigir justicia, pero también para expresar el rechazo al gobierno. Hasta ahora han sido detenidas al menos 76 personas, incluidos el alcalde de Iguala y su esposa, considerados los autores intelectuales de las desapariciones.
Las movilizaciones del jueves coincidieron con el día en que el país conmemora el inicio de la Revolución Mexicana de 1910 y en el que tradicionalmente se realiza un desfile deportivo. Sin embargo, el gobierno federal decidió cancelar a última hora el desfile sin precisar los motivos. AP