Shock de violencia por el asesinato de Miss Honduras

Shock de violencia por el asesinato de Miss Honduras

(foto AP)
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María José Alvarado esperaba que le hicieran algunas preguntas difíciles sobre su país en el concurso Miss Mundo en Londres. Así que la joven reina de belleza de 19 años le pidió a su profesor de Filosofía que le ayudara a prepararse.

Repasaron la historia de Honduras desde el golpe militar que envió a su presidente al exilio en 2009 a las políticas del actual gobierno. Cada mañana leían los periódicos y debatían sobre política, la violencia generada por las pandillas y el narcotráfico, fenómenos que han convertido a Honduras en uno de los países más peligrosos del mundo.

Era poco probable que ganara el certamen mundial de belleza y Alvarado lo sabía. Pero trataba de mejorar su inglés y soñaba con ofrecer un buen discurso de aceptación del cetro, dijo José Eudaldo Díaz, el profesor que la ayudaba.





“Sabía que las preguntas que le harían serían sobre la inseguridad y violencia, que eso es lo que el mundo conoce de Honduras”, dijo Díaz. “Su objetivo era explicar, cada vez que se lo preguntaran, que quería aportarle a una Honduras en la que los jóvenes pudieran caminar por la calle, sin miedo a ser asesinados”.

Pero nadie podrá escuchar ese discurso. Miss Honduras no llegará al glamuroso reinado que se celebrará en Londres. La asesinaron a tiros junto a su hermana y enterraron los cadáveres junto al cauce de un río. Exhumaron los cuerpos y el jueves las enterraron en un cementerio medio inundado y lleno de barro de una pequeña aldea del norte del país.

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El asesinato sin sentido de Miss Honduras y de su hermana mayor, Sofía, es tanto una tragedia familiar como un hecho que generó indignación nacional en una nación que parece caminar como sonámbulo en medio de una sangría de asesinatos. Muchos de los muertos son pandilleros, narcotraficantes y policías. Pero también caen taxistas, periodistas. Mujeres o niñas son violadas y un sinfín de inocentes cae bajo el fuego de las balas.

Alvarado hubiera pertenecido al último grupo de no ser porque era excepcionalmente linda, y logró surgir de un entorno humilde y de provincia para representar a Honduras en un concurso mundial de belleza.

“Si hubiera sido cualquier otra chica, sino hubiera sido Miss Honduras, sería un crimen más en la impunidad hondureña”, dijo José Luis Mejía, rector de la Universidad Tecnológica de Honduras en Santa Bárbara, donde estudiaba Alvarado. “Habrían utilizado la frase de siempre: un ajuste de cuentas entre narcotraficantes. Y ni siquiera hubieran empezado a investigar nunca”.

La mayor parte de la cocaína que llega a Estados Unidos pasa por Honduras y Santa Bárbara es parte del corredor que une San Pedro Sula, la ciudad con los peores índices de homicidios del mundo, con la frontera de Guatemala. Oficialmente, el asesinato de Miss Honduras y su hermana de 23 años no tiene nada que ver con el narcotráfico. La policía dice que el pretendiente de Sofía, Plutarco Ruiz, confesó que les disparó a las chicas en un ataque de celos después de verla bailando con otro hombre en su fiesta de cumpleaños. Mató a Sofía primero. A María José le metió dos tiros en la espalda cuando trataba de huir.

Para la familia y los amigos de Alvarado, los asesinatos son el resultado de una mezcla de machismo agravado por la riqueza y el poder los narcotraficantes.

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“Esta región está imbuida de la narcocultura, representada por la imagen de un hombre que se mueve en un vehículo grande, bebe, toma droga, camina armado y es el malo”, dice Mejía. “La cultura de la violencia y de la muerte”.

Santa Bárbara es una ciudad colonial española con casas de un piso y corredores sobre postes de madera y teja roja. Una sociedad tradicionalista y católica cuyos padres llevan y recogen a sus hijas en la universidad pues creen que las adolescentes no deben caminar solas por la calle, donde beber y fumar en público está mal visto y hasta en los concursos de belleza se pide que las chicas no se pongan bikini.

La ciudad está rodeada de montañas ocultas por la niebla y rodeada de cafetales y plantaciones de frijol. Las calles y los caminos son de puro barro por los días de intensa lluvia.

La casa que en el siglo XIX acogió al general y Presidente Luis Bográn es ahora el Instituto y la Universidad en la que Alvarado esperaba comenzar a estudiar Relaciones Internacionales y donde el 27 recibiría su título de bachillerato, aunque a la fecha ella estuviese en Londres compitiendo en el concurso de belleza.

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En un patio cubierto de la universidad, mientras sus amigas celebran una vigilia en su memoria a la luz de las velas y ven un video hecho con fotos de su carrera como modelo, Nusly Casaña, de 19 años y amiga de Alvarado desde la guardería, describió la vida difícil que las mujeres de Santa Bárbara tienen que afrontar.

“Te dicen: ‘No te vistás así, no salgás, ¿qué hacés?, ¿a dónde vas?, ¿con quién vas?, ¿qué dirá la gente”’, explicó Casaña.

“El hombre es libre, la mujer no; el hombre puede elegir, la mujer no, y junto a eso, la violencia, que comienza en la casa desde niña y sigue en la calle durante toda tu vida hasta que vuelven a meterte en la casa”, añade. “Llamar crimen pasional al asesinato de un hombre contra una mujer, hablar de celos, es querer evadir una realidad diaria de acoso y violencia contra la mujer”.

Casaña recuerda que Alvarado llevaba todos los días una Barbie en la mochila de la escuela. Le gustaban la ropa, el maquillaje. Siempre decía que cuando creciera quería ser como una Barbie.

La menor de tres hermanas, Alvarado comenzó a competir en certámenes de belleza a los 13 años. La escuela, el instituto, las ferias patronales, las festividades patrias. Lo ganó todo. Miss Noroccidental, Miss Honduras adolescente y finalmente, Miss Honduras, el boleto a Miss Mundo.

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Después de cada viaje, al regresar a Santa Bárbara, corría a compartir los detalles con sus amigas, que la describen aún como inocente y generosa, una niña inocente y llena de vida. “Sus éxitos eran los nuestros”, dijo Ludin Reyes, otra compañera de escuela. “Éramos sus amigas y sus fans”.

Mientras María José perseguía su sueño y su hermana mayor se casaba y se iba de casa, a Sofía no le iba tan bien como explican sus amigas. Era maestra, pero se había quedado sin trabajo y se enamoró de un hombre casado que dejó a su familia para estar con ella y al que asesinaron en octubre de 2013.

Así que comenzó a salir con Plutarco Ruiz, quien confesó haber asesinarla a ella y a su hermana. Todo el mundo en Santa Bárbara le teme. Pertenecen a una familia de narcotraficantes, según las autoridades. Sin antecedentes policiales, era alguien que protegía a sus amigos y eliminaba a sus enemigos.

“Este lugar es un corredor de tránsito de droga”, dijo el teniente coronel Ramón Castillo, encargado de todas las operaciones de seguridad en el departamento. “David Ruiz, el hermano de Plutarco, era como conocido como “El Toro”, y desde que lo asesinaron en un atentado con armas largas en febrero, Plutarco lo había sustituido. Plutarco es un hombre violento de carácter pendenciero que lo resuelve todo con una pistola en la mano”.

Su amiga Casaña dice que todo el mundo le decía a Sofía que su novio era peligroso y que ella no escuchaba.

Según ella “aquí el peor machismo es el que hay en la cabeza de las mujeres que creen que el narcotraficante es un hombre poderoso, que la hace sentir grande, que le da lo que no tiene, que la protege, que la hace ver bien en una sociedad que ensalza esos valores del dinero y el poder”.

Para sus amigas es todo un misterio porque Alvarado aceptó acompañar a su hermana a un restaurante junto al río en el que se cree que Ruiz organizaba sus fiestas y reuniones clandestinas de negocios. Estuvieron toda la tarde cocinando juntas un pastel de cumpleaños para el hombre que las asesinó.

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Ruiz tenía seis guardaespaldas en la fiesta del 13 de noviembre, dijo el teniente coronel Castillo. La policía dice que Sofía y Ruiz se pelearon porque ella bailó con otro hombre, que él disparó a las dos hermanas y con la ayuda de un amigo las enterró cerca de un río, bajo cal viva para que los cuerpos se descompusieran lo más rápido posible.

Al día siguiente, Ruiz fue a casa de las hermanas a invitarlas a almorzar y le dijo a su familia que las chicas se habían ido de la fiesta con otro hombre. Poco después, acompañó a su madre y a su tío a hacer la denuncia de la desaparición ante la policía. Una semana después, los investigadores consiguieron que confesara y los llevaran hasta el lugar donde estaban los cuerpos. Con él arrestaron a tres personas más.

El alcalde de Santa Bárbara dice que en una ciudad de 29.000 habitantes todo el mundo sabe quién es quién y a qué se dedica cada uno. Y que el sentir popular es que la policía le dio varios días de margen a Ruiz para darle tiempo de escapar. Pero en un país en el que se asume la impunidad, Ruiz no lo hizo y se quedó en casa.

“El se sentía tan impune que no huyó porque confiaba en que nunca lo detendrían”, dijo Alvarado, que no es familia de la modelo. Ahora que Ruiz está tras las rejas, según el alcalde, el ejército debería ir a por los demás narcotraficantes de la zona. “Mientras tanto, yo, como alcalde, recibo amenazas por cualquier cosa y necesito proporcionarme mi propia seguridad para que no venga alguien y me pegue un tiro”.

En una casa pequeña y humilde al final de un camino sin pavimentar, la madre de Alvarado, destrozada, seguirá sufriendo en soledad, quizás reabriendo el puesto de golosinas que desde hace una semana no atiende, por la pérdida de su hija Miss y de la hermana que la condujo a la muerte.

“Pobre Sofía”, gritaba Teresa Muñoz abrazada al ataúd de su hija. “Te perdono, hija, porque fuiste la responsable de que lo que le hicieron a tu hermana, porque Maria José murió también”. AP

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