La tercera acepción de la palabra CIUDADANO del Diccionario de la Real Academia Española nos indica: “3.m. Habitante de las ciudades antiguas o de Estados modernos como sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país”. Y refiriéndose a la palabra PUEBLO, en relación a quienes habitan una ciudad, indica: “3.m. Conjunto de personas de un lugar, región o país” y“4.m. Gente común y humilde de una población”.
Deseaba establecer esa diferencia por aquello del famoso dicho generalizante que indica que “en Venezuela no hay ciudadanos sino habitantes” y que muchos de nuestros males pasan primero por resolver este problema que hace que a un país, en su conjunto, pase de ser un país atrasado y subdesarrollado a uno moderno y desarrollado.
De mis años juveniles recuerdo las cuñas que hacía Renny Ottolina tratando de hacernos ver esa diferencia, que no era solo para comportarnos civilizadamente en el día a día sino para cumplir con nuestros DEBERES para poder EJERCER plenamente nuestros derechos como ciudadanos.
Y traigo el tema a colación en esta breve introducción porque el fundamento básico de lo que se trata al explicar el Proyecto País Venezuela es que para empoderar a los venezolanos de su soberanía del cual somos depositarios, de acuerdo al Art. 5 de la Constitución de 1999, todos aquellos quienes tenemos esta nacionalidad requerimos de CIUDADANOS, donde cada uno sea un “sujeto de derechos políticos y que interviene, ejercitándolos, en el gobierno del país” tal y como lo define el DRAE. Pareciera de Perogrullo pero no lo es…
¿Y porque digo esto? Porque cuando indicamos que NOSOTROS, EL PUEBLO DE VENEZUELA, nos proponemos recoger unas voluntades para contraponer y-porque no decirlo-, demandar la convocatoria a una Asamblea Nacional Constituyente, lo hacemos ejercitando nuestro derecho soberano a hacerlo sin pedirle permiso a ningún órgano del Poder Público. Es por eso que cuando me preguntan que como es eso que no les voy a llevar las firmas al CNE para que me las “valide”, insisto que hay una contradicción intrínseca en quien es el que le tiene que rendir cuentas a quien.
¿Es el Poder Electoral, órgano del Poder Constituido, quien le debe rendir cuentas al Depositario de la Soberanía? ¿No será más bien al revés? Si los CIUDADANOS como tales, siendo conscientes de sus derechos políticos se organizan debidamente y los ejercitan, guardando los principios fundamentales de transparencia, equidad y racionalidad, la validación de esas voluntades estaría a cargo del mismo Soberano quien las recoja, haciendo lo necesario para garantizar que la persona que firme sea realmente la que dice ser y constatando en un procedimiento establecido para ello, que realmente es un elector inscrito en el Registro Civil y Electoral, tal y como lo establece el Art. 348 de la Constitución de 1999.
Esa es la respuesta a quienes nos preguntan “¿y quién validará esas firmas?”. Es obvio que quienes lo haremos debemos establecer un mecanismo para que ese proceso sea auto contenido y completamente comprobable a los ojos de todos los venezolanos y toda la comunidad internacional. Y lo más importante, también es la respuesta del porqué esas voluntades de cambio las conservará la sociedad civil organizada, sin la intervención de NINGUN PODER CONSTITUIDO. Hasta allá deberá llegar la plena conciencia ciudadana que debe tener el Soberano, como le decía el Comandante Eterno a los depositarios de la Soberanía.
Pero esto de la conciencia ciudadana y del poder de quienes ejerciendo su ciudadanía pueden realizar cambios extraordinarios, no es nada fácil de entender y mucho menos de despertar, particularmente en aquellos que estando en la base de la pirámide de Maslow siempre han visto como los gobernantes han destrozado sus vidas sin poder hacer nada.
Es más, algunos que no están en esa base creen que tienen esa conciencia y realmente no la comprenden a cabalidad. Cuando los norteamericanos encabezaron su Constitución con aquel famoso “We the People” (Nosotros, el Pueblo), si sabían a cabalidad y a conciencia lo que estaban escribiendo. Ellos EL PUEBLO decidían gobiernos y le ponían reglas a sus gobernantes. Ese desarrollo lo hicieron Madison, Hamilton y Jay en los artículos del Federalista (ver El Federalista en http://goo.gl/LsgP8x). Debemos y tenemos que llegar a eso si queremos salir de este atolladero.
El desarrollo del Proyecto País Venezuela (http://
Y esa es la parte difícil de este emprendimiento. Reunir gente, explicar que podemos ser mejores cambiándole el modelo al país, explicar con detalle ese modelo y sus implicaciones, establecer diferencias de lo que hay con lo que podemos tener. Y hacer eso en cada parte de toda la geografía nacional, implicando a muchísima gente en el proceso, y empoderándola de esa idea ciudadana porque esa es la única manera de lograr que alguien defienda en la calle el cambio profundo que necesitamos en el país.
Los venezolanos no somos estúpidos, podemos entender claramente, como ya lo han entendido muchas personas en más de 10 Estados del país, que eso es posible. Y como por arte de magia ese pueblo se convierte en ciudadanos militantes de esta idea. Aquí no se trata de seguir “hombres a caballo” como ya lo mencioné en la nota pasada (ver El siguiente hombre a caballohttp://ticsddhh.blogspot.com/
Pero todo eso no es fácil, es del tamaño de la crisis de valores, de conciencia y de ideas que padecemos ahora los venezolanos. Pero creemos que se puede hacer y por eso estamos en esto. Aquiles Nazoa, “El poeta del Pueblo”, lo expuso magistralmente en las últimas estrofas de su Credo: “creo en los poderes creadores del pueblo, / creo en la poesía, y en fin, / creo en mí mismo, puesto que sé que alguien me ama…”. Creemos que el pueblo de Venezuela el del tamaño de ese compromiso…
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