Es un jugador de fútbol argentino y sueña ganar un Mundial igual que su ídolo Lionel Messi, pero su silla de ruedas a motor y una palanca entre los dedos es todo lo que tiene para conseguirlo.
Con 9 años, Valentino Zegarelli es la promesa de la selección argentina de Powerchair Fútbol, que competirá por primera vez de un Mundial en Estados Unidos, campeón de este deporte para personas con discapacidad motriz creado hace dos décadas en Francia y con 21 selecciones alrededor del mundo.
“Soy delantero, hago los goles y me va bien con eso”, se jacta Zegarelli, en un descanso del entrenamiento en un club de la periferia norte de Buenos Aires.
“Valen”, como lo llaman amigos y familiares, zigzaguea los conos naranjas, se detiene en el punto de penal y con un medio giro de su silla le pega un latigazo a la pelota.
Todos lo vitorean cuando “corre” a gritar el gol frente a la tribuna como en una final contra Brasil.
“Mi ídolo es Messi, nos conocimos en la AFA (Asociación del Fútbol Argentino) y jugamos a los pases”, cuenta este hincha de River Plate sobre su encuentro con el astro del Barcelona, que donó una de las sillas de competición, que valen 7.000 dólares y están provistas de un protector especial en su frente.
Valentino padece atrofia muscular espinal y es el menor del equipo en un grupo mixto que va de los 9 a los 26 años, porque en el Powerchair las categorías se determinan únicamente por el grado de discapacidad motriz.
Cada equipo está formado por cuatro jugadores y un arquero y juegan con una pelota el doble del tamaño de una de fútbol convencional.
– La mejor defensa –
Agustín Zanoli, de 21 años, inmovilizado del cuello hacia abajo desde los 17 cuando en unas vacaciones su cuatriciclo volcó en la arena, es la figura de la defensa argentina.
Como otros jugadores oriundos de todas partes de Argentina, recorre cientos de kilómetros una vez al mes para entrenar en Buenos Aires desde su Córdoba natal (700 km al norte de Buenos Aires), donde cursa el segundo año de Ingeniería Mecánica.
Con una mueca de su barbilla acciona el comando para desplazarse en la silla que alcanza hasta 10 kilómetros por hora, según el reglamento de la Federación Internacional de Powechair (FIPFA) con sede en París y asociados en Europa, América, Asia y Oceanía.
Como los demás sueña con ganar el Mundial que se disputará en Estados Unidos en 2016 luego de una eliminatoria en la que Argentina se medirá el año que viene con Uruguay, Chile y Brasil, su histórico rival.
“Volver a jugar al fútbol es increíble, poder competir de nuevo, ser otra vez protagonista”, explica su afición Agustín que, antes de su accidente, jugaba en ligas juveniles de Córdoba.
– Entrenar para la vida –
Los entrenamientos buscan que el jugador desarrolle al máximo el control de la silla, en un juego donde prima la estrategia por la imposibilidad del regateo del balón.
“Se tiene la idea de que una persona discapacitada está muy limitada, pero el deporte les brinda la posibilidad de explotar lo que sí pueden hacer y les da una autonomía impensada”, sostiene el entrenador Gonzalo Vilariño.
Sabe de lo que habla. Fue por una década DT de Los Murciélagos, la selección argentina de fútbol para ciegos con la que ganó la Copa del Mundo en 2006 y una medalla de plata en los Juegos Paralímpicos de Atenas-2004.
“Para un ciego que juega al fútbol, cruzar la calle sin ayuda es un trámite. El deporte les da habilidades que les facilitan la vida, les permite cambiar la visión de ellos mismos y por sobre todo nos obliga a nosotros a verlos de una manera distinta”, señaló.
AFP