Pareciera que en el ideal e ideario del gobierno “revolucionario” no hay República ni ética. La República dejó de ser, aquí no prevalece la ley. Mientras la gente pasa hambre, limitaciones y sufre en colas para ver, si por milagro encuentra a alguno de los artículos de primera necesidad desaparecidos, impera la voz de un solo hombre, que únicamente sirve para privarnos de nuestros derechos y libertades democráticas, debilitar la economía del país y crear políticas inflacionarias. En fin, aquí la ley es de quien practica el abuso de poder.
Los jerarcas rojos han tergiversado a los preceptos del Pacto Social de 1999, pues, con su acostumbrada violación y manipulación, lo convirtieron en una efectiva hacha vipukirves contra los derechos de la oposición. Porque la vida de los venezolanos depende de su capacidad para callar y dejarse arrebatar sus derechos constitucionales. La buena Constitución de 1999, pareciera estar de adorno. En fin, este gobierno fácilmente pudiera entrar a la categoría de forajido y farsante; porque para gobernar a sus anchas, hace sentir su desmedida fuerza, intensifica conflictos, amenaza y abusa del monopolio del poder y de las armas. Su degeneración se desencuentra con la ética revolucionaria y democrática. ¿Acaso no usa, desde su entrada a la política nacional, la justicia selectiva, forja pruebas contra ciudadanos, los acusa falsamente, los persigue y los sentencia a pasar una larga temporada, en las ahora, más peligrosas cárceles del mundo? ¿Acaso esto no lo hace para humillar y desmoralizar a sus oponentes políticos e intimidar al pueblo? Reiteramos, por esto el gobierno no es democrático ni es socialista ni defiende a los derechos humanos.
La respuesta que da la “revolución” a las exigencias de los dirigentes políticos de oposición, a los trabajadores, a los estudiantes y al pueblo es la difamación, la amenaza, el maltrato, la persecución y la cárcel. Todo es parte de un plan deliberado e intencionado que luce más aniquilador que disuasivo. La prueba la dan la represión, las detenciones y despidos realizados contra trabajadores petroleros, Corpoelec y Empresas Básicas como Carbonorca, Venalum y Sidor; las violaciones de los DDHH realizadas contra la humanidad de estudiantes y sindicalistas; las abusivas detenciones contra Leopoldo López Gil, Daniel Ceballos y Enzo Scarano, las imputaciones contra María Corina Machado Parisca, los atropellos contra el gobernador Henrique Capriles Radonski y al alcalde Antonio Ledezma Díaz, dejan un firme retrato de que estamos ante un gobierno que incumple con los preceptos constitucionales y con las leyes internacionales.
¿Por qué la “revolución” dispara contra una oposición desarmada que exige democracia y derechos constitucionales? Cuando el 12 de febrero, el gobierno dispara contra la multitud inerme, lanza su mensaje macabro, que a todas luces se entiende. Para ello utilizó, de manera ilegal, al Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), a la Fuerza Armada Nacional Bolivariana (FANB), a la Policía Nacional Bolivariana (PNB), a las fuerzas policiales regionales, a sus insólitos e ilegítimos grupos armados y rentados. De tal manera que bajo la mirada de muchos cómplices y de los disparos mortales de quienes iban a cumplir con el plan, asesinan a Juan Montoya “Juancho”, a Bassil Alejandro Dacosta Frías y a Roberto José Redman Orozco. Seguidamente, el gobierno “revolucionario” tergiversó los hechos y buscó una excusa para reprimir a las manifestaciones y apresar a los líderes más relevantes. Para ello no le importó violar el derecho a la vida; pues, durante tres meses de protestas fueron asesinados 48 venezolanos. El gobierno “revolucionario”, posteriormente a los acontecimientos de febrero, marzo y abril, sigue bombardeando insistentemente a los venezolanos con guerra sucia y psicológica, censura contra los medios de comunicación social, adulteración de los hechos, acusa a la oposición de fascista, apátrida, traidora y asesina. La finalidad obsesiva del gobierno “revolucionario”, es despertar odio y violencia para medrar de estas miserias e imponerse más con su plan de represión, hambre y fracaso. Si organismos imparciales nacionales e internacionales investigaran a estos acontecimientos, seguramente saldrían versiones más confiables y verídicas, que refutarían las dadas por Nicolás Maduro.
Víctor Vielma Molina/Educador/victormvielmam@gmail.com