Cualquiera que se haya informado un poco sobre Japón sabe que ese país se entiende a partir de, entre muchos otros, tres factores innegables. Uno es su altísima densidad de población: con más de 330 habitantes por kilómetro cuadrado como media nacional, en algunas zonas se supera la cuota de las decenas de miles, con los problemas de espacio que esto supone. Otro es la increíble sofisticación tecnológica, con robots en absolutamente todos los ámbitos de la vida cotidiana. Y el tercero, que puede parecer contradictorio, es su extraordinario apego a sus tradiciones y cosumbres ancestrales.
Todas estos matices se combinan cuando hablamos del ámbito funerario. La despedida a los difuntos es fundamental en la cultura japonesa, lo que hace que la materia no se delegue en los familiares, sino que sean los propios interesados, cuando todavía están vivos, quienes lo dejen todo preparado. La falta de sitio y los avances técnicos hacen que este sector, uno de los más pujantes debido al envejecimiento de la población, se plantee de una manera que resulta muy extraña a la mentalidad occidental.
Vía Yahoo.com.mx