Más que preocupar frustra, más que enardecer entristece como a las clases más pobres en Venezuela se les utiliza, se les emociona para luego entristecerlas, se les esperanza y luego se les hace molestar, en fin, se juega con ellas y se les manipula en función del grupo de poder de turno.
Es sospechoso el enaltecimiento que existe hacia los pobres y hacia la miseria en Venezuela. Escuchar a grupos decir que el estallido ocurrido en Febrero fue menos legítimo porque no salió de los barrios es bastante preocupante. ¿Hay acaso menosprecio al cansancio y la desesperación de las clases medias? ¿No es una muestra antidemocrática el irrespeto al clamor de las minorías? ¿Tienen las minorías menos derechos? Si hay alguien que responda SI a alguna de esas preguntas es porque se encuentra y promueve un país sin democracia.
Estamos de acuerdo en aliviarle la carga a una familia o a un individuo en momentos de crisis o contingencia, estamos de acuerdo en fomentar la colaboración social para hacerle más transitable el camino a una familia desde la miseria a la libertad e independencia, ya sea cultural, educativa o económica. Es la miseria un demonio que hay que exorcizar de toda sociedad. Pero, si esa ayuda, ese alivio, no es parte integral de un plan para el crecimiento de ese grupo poblacional en términos de preparación, para afrontar los retos y seguir creciendo como individuos, entonces es un vulgar crimen.
Darle comida, dinero, vivienda, distracción a los ciudadanos, sólo como prebenda electoral o clientelismo político debería estar penalizado por las legislaciones en todo el mundo. Es seguir sembrando el populismo con el fin de mantener el poder social y económico de un territorio, pero con el gravamen y ánimo más malvado de mantener a esa pobre gente en la situación más precaria y miserable posible, sin que lleguen a morir, esa es la neoesclavitud. Es saber que se les está dando pan y circo hoy, pero hambre y preocupación para mañana. Lo ha hecho el chavismo desde hace 15 años, y espero que hayamos, como sociedad, aprendido la lección para no repetirlo jamás.
Estas afirmaciones anteriores no tratan en ningún momento de criticar la labor de aquellos activistas que se acercan a los barrios a hacer labor social, ni a llevar juguetes, ni a fumigar, entiéndase, pero muy claro, que estoy seguro que lo hacen con una legítima intención solidaria hacia nuestros compatriotas en situación precaria. Lo que quiero es hacer un llamado directo de atención a los que diseñan la estrategia y las líneas de acción que llevan a esos muchachos hasta allá. Si ustedes no tienen un plan claro, sustentable, realista, en términos de recursos, de objetivos, de tácticas y tareas, para que al llegar al poder, hacer transitar a esas familias por la senda de la ilustración hacia la libertad intelectual, libertad ciudadana y, al menos, la estabilidad financiera, permítanme decirles que ustedes son unos chavistas más, pues no están haciendo nada diferente. Duélale a quien le duela, ser chavista es aquel que siendo pobre o rico, quiere que todos los demás sean pobres. El país por el que deberíamos luchar TODOS –y aquí si que cabe la frase- con verdadera UNIDAD, es aquel donde erradiquemos realmente cualquier tipo de pobreza.
Es deber de toda persona que se involucre activamente a colaborar en la construcción de la sociedad, el cuestionar a los liderazgos, de otra forma no es activista sino borrego. Al menos preguntémosle a quienes ejercen los liderazgos cuál será su estrategia a seguir una vez que alcancen, para muchos, el tan ansiado poder. En caso de que la respuesta sea similar a los postulados del personaje, de aquella novela llamada “Por Estas Calles“, Eudomar Santos (con su famosa frase “como vaya viniendo vamos viendo“) desconfíen de ese falso líder. Rechacemos y señalemos a todo aquel que promueva el empobrecimiento de una sociedad, que le rinda culto los pobres y haga ODA A LA MISERIA, porque esos en definitiva son quienes no quieren que nadie abandone ese estado del ser humano y quienes llevarán a la perdición a los pueblos.
@DimitryBelov