Mercedes Fuentes fue una de las primeras en llegar ayer a la cola que se formó frente al Hipermercado Bicentenario, ubicado en la avenida Jorge Rodríguez. Una vecina le dijo que venderían carne, pollo y pernil, pero lo que hubo fue un atajaperro que terminó con tiros y gases lacrimógenos. eltiempo.com.ve / Giovanna Pellicani
Ella llegó a la 1:00 de la madrugada al expendio de alimentos con una silla plegable de plástico y un trozo de cartón que pretendía usar para cubrirse del sol. Tenía 39 personas delante.
A las 6 am, dos empleados del Bicentenario dieron paso a 20 personas para que se formaran bajo el techo que está en la entrada principal del hipermercado, lo que al parecer molestó a algunos de los que quedaron afuera.
“La cola estaba organizada, pero de pronto llegaron unas mujeres que parecían revendedoras y amenazaban con derribar el portón”, dijo Mercedes.
Cuenta que a las 8:30 am los que se aglomeraban en el portón de salida del estacionamiento, pedían a gritos que les permitieran entrar. Seis funcionarios de Polianzoátegui estaban atentos, pues algunos comenzaron a trepar por las rejas.“Tenía miedo porque nunca había estado tan cerca de un alboroto de esa magnitud”.
Delante de Mercedes estaba la señora Hortencia, quien terminó por usar la silla que llevó su compañera en la fila, porque a sus 67 años sufre de artritis. Ya sus rodillas estaban adoloridas y tenía ambos pies hinchados.
El forcejeo en el portón se intensificó hasta que el grupo logró derribarlo, quedando debajo Hortencia otras dos mujeres y un adolescente que hacía la cola con su mamá.
“La gente comenzó a correr al interior del local y le pasaban por encima a quienes quedaron bajo el portón. Los policías echaron cinco tiros al aire y lanzaron tres bombas lacrimógenas”, contó, al tiempo que buscaba la sandalia que perdió en el “bululú”.
A Hortencia la auxilió un funcionario de Polianzoátegui, a quién le rozó el portón en la cabeza y le dejó una herida abierta detrás de la oreja izquierda.
Un grupo de hombres levantó la pesada puerta y rescató a los que quedaron debajo. Todos resultaron con aporreos.
Al lugar llegaron 10 motorizados de Polianzoátegui para calmar la situación, que fue controlada luego de que supuestamente unos buhoneros se adueñaran de la primera fila.
Muchos, como Luisa Paiva, quien tenía en brazos a su bebé de un mes de nacido, perdieron su puesto en la cola y decidieron retornar a sus hogares con las manos vacías.
Para leer la nota completa pulse Aquí
Fotos Rafel Delgado