Los venezolanos, como todo ser humano creyente, buscan sostenerse de lo sagrado, y sin más, procuran en todas las vicisitudes de su vida terrenal, tener relación con el poder de Dios desde la iniciática esencia de lo sagrado. Su búsqueda persistente es crear una razón segura para su existencia. Lo sagrado le da afianzamiento en el mundo, lo fortalece, le da esperanza, lo salva si lo ayuda a derrotar a la adversidad y si, adicionalmente, le garantiza bienestar a su inmortal alma, cuando cambie, definitivamente, de paisaje. Dios está en el acá y en el más allá. Porque el hombre cree que de Dios depende su vida terrena y el tránsito de su alma inmortal.
De tal manera, los venezolanos buscan por vocación mariana y cristiana, su bienestar y el bien como señal de convivencia para con sus coterráneos. Con el advenimiento del Mesías, renuevan su fe y oran para que a su familia la aborde la felicidad, la abundancia y la buena salud. Rezan y piden a Dios para que les dé gobernantes sabios, más humanos y tengan todas las posibilidades de encontrar las auténticas salidas para sacar al país de la crisis política, social y económica. En fin, se desean prosperidad, que la razón acalle hostilidades y reafirme la paz, para alcanzar al bien más preciado, la felicidad.
El filósofo, historiador de las religiones y novelista rumano Mircea Eliade (1907-1986), nos dice: “En historia de las religiones, toda manifestación de lo sagrado es importante. Todo rito, todo mito, toda creencia o figura divina refleja la experiencia de lo sagrado, y por ello mismo implica las nociones de ser, de significación y verdad.” (Mircea Eliade. Historia de las Creencias y las Ideas Religiosas, 1976, pag.8.). Es por ello que en el ciclo iniciático de la Natividad, el cristianismo renueva su creencia, ora, afianza a su fe y razón de ser. La Natividad invita a la reconciliación, a la caridad y a la solidaridad a favor de quienes sufren y padecen, entre otras cosas, pobreza, enfermedades, persecuciones, exilio, cárcel e incomprensión.
En consecuencia, en este diciembre de 2014, como siempre, el mundo cristiano se apresta a decir: ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2015! Y con el mundo, los venezolanos, son particularmente singulares, porque la alegría embarga a su humano credo, al festejar el advenimiento de la Natividad del Niño Dios y el inicio del Año Nuevo. Entre gaitas, villancicos, hallacas y aguinaldos, abren las puertas para brindarse, mutuamente, fecundo amor, amistad y perdón, como enseñanza máxima del prodigioso Hijo de Dios, Jesucristo.
Pero ante la más asombrosa crisis que haya tenido el país y sin perder la fe, ¿qué le pueden pedir los venezolanos al Niño Jesús en estas navidades, cuando los analistas económicos y políticos predicen para el Año Nuevo 2015, situaciones desconcertantes y desesperanzadoras, que erizan al espíritu del país? Sencillamente, el venezolano, como hombre de fe y amante de lo sagrado, tiene conciencia de su significación y con él, identifica a su espíritu religioso y requiere lo que todos buscan, la felicidad.
Mircea Eliade, nos dice: «resulta difícil imaginar cómo podría funcionar el espíritu humano sin la convicción de que existe algo irreductiblemente real en el mundo, y es imposible imaginar cómo podría haberse manifestado la conciencia sin conferir una significación a los Impulsos y a las experiencias del hombre. La conciencia de un mundo real y significativo está íntimamente ligada al descubrimiento de lo sagrado.” (Mircea Eliade. La nostalgia de Orígenes, 1969, págs.7 y sigs.).
El impulso de lo sagrado impele al ser humano a buscar el bien y la verdad. No se puede andar por ahí sin asidero de lo sagrado. Lo sagrado, como de alguna manera lo dijimos, justifica al bien, renueva la existencia y le da objetivos más definidos. Más adelante, Mircea Eliade, escribe: “A través de la experiencia de lo sagrado ha podido captar el espíritu humano la diferencia entre lo que se manifiesta como real, fuerte y rico en significado, y todo lo demás que aparece desprovisto de esas cualidades, es decir, el fluir caótico y peligros o de las cosas, sus apariciones y desapariciones fortuitas y vacías de sentido.» Por lo general, para los venezolanos la Navidad tiene gran sentido de significación de fe y credo. Para la sagrada significación de adorar al Niño Jesús no hay crisis política, social y económica que la perturbe ni la aniquile. La celebración de la Navidad renueva el espíritu y la capacidad de ser en la creencia. De tal manera, lo sagrado nos levanta en espíritu y bien; nos acerca al otro con mayor arraigo de ser e identificación, nos lleva a conducir a nuestra razón a evitar el caos, el peligro y la dispersión. Es por ello que cada venezolano, como amante de lo sagrado, no pierde la esperanza, su fe y sus buenas costumbres. Por ello, sin inmutarnos, nos aprestamos a decir: ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2015! ¡Un abrazo!
Víctor VielmaMolina/Educador/victormvielmam@gmail.com