Gustavo Azócar Alcalá: El día de los inocentes

Gustavo Azócar Alcalá: El día de los inocentes

thumbnailgustavoazocarFidel Castro lo acaba de decir bien claro y raspao: el modelo cubano no se puede exportar porque no funciona ni siquiera en la isla de Cuba. El anciano líder cubano admite, más de 50 años después, que su modelo comunista no sirve para un carajo mientras que en Venezuela todavía hay unos bolsas que cayeron por inocentes, y que siguen creyendo que el comunismo es el camino hacia el mar de la felicidad.

Raúl Castro no dice, como lo dijo Fidel, que el modelo cubano no sirve, pero acaba de suscribir un acuerdo con Barack Obama para restablecer las relaciones diplomáticas entre EEUU y Cuba, las cuales estaban suspendidas desde hace 60 años, con lo cual demuestra que el también piensa lo mismo, y que los dos hermanos siguen trabajando de la mano, tratando de darle un giro de 180 grados al comunismo que hizo que Cuba se quedara atascada en la prehistoria. Alguien debe haberle dicho a los hermanos Castro, que la edad de piedra se acabó, no precisamente por falta de piedras.

No significa que los Castro hayan descubierto el agua tibia. Fidel y Raúl sabían desde hace 50 años que el modelo comunista no iba a funcionar. Siempre lo supieron. Pero no hicieron nada, porque lo único que siempre les importó fue mantenerse en el poder a costa de lo que sea. El problema no era demostrar que el comunismo no servía, porque la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas ya lo había demostrado. Si no, pregúntenle a Gorbachov.





En China, otro visionario, Deng Xiaoping, también hizo lo mismo, sentando las bases para acabar, poco a poco, con el comunismo ortodoxo de China, instaurando las bases de un Capitalismo de Estado, que trabaja de la mano con el sector privado, y que ha permitido, entre otras cosas, que China haya desplazado, 140 años después, a Estados Unidos, como la primera economía del mundo.

Mientras los soviéticos, los chinos y los cubanos se dieron cuenta, mediante sus propias y desastrosas experiencias, que las teorías de Marx, Lenín y Mao no servían para nada, salvo para empobrecer y matar de hambre a millones de personas, en Venezuela, Nicolás Maduro y sus 40 ladrones siguen creyendo, o al menos eso es lo que aparentan, que los venezolanos somos inocentes.

Maduro juega con la paciencia de millones (y millonas) de personas todos los días. El sucesor de Hugo Chávez cree que Venezuela será un país socialista. Pero ojo: Maduro declaró recientemente su descontento, tras descubrir, que en la época de navidad los venezolanos no son para nada comunistas, sino más bien todo lo contrario: muy consumistas.

Una de las más grandes demostraciones de que los venezolanos jamás serán comunistas, fue el Dakazo de diciembre de 2013. Millones de venezolanos sacaron sus pocos ahorros, pidieron prestado, y exprimieron sus tarjetas de crédito con tal de obtener dinero que les permitiera ir a las tiendas de electrodomésticos a comprar televisores, lavadoras, equipos de sonido, aparatos de aire acondicionado y todo cuanto se pudiera de última tecnología.

Maduro y sus 40 ladrones han intentado convencer al venezolano de a pie para que compre sólo lo necesario, pero no han podido hacerlo, entre otras cosas, porque al venezolano le encanta tener en su casa una despensa muy bien surtida, en previsión de situaciones incómodas, como tener que ir al baño y no tener con que limpiarse el que te conté. Una clara demostración de los gustos capitalistas del venezolano ocurrió en San Cristóbal hace apenas una semana: unas tiendas pusieron a la venta 200 cajas de whisky 12 años a 1.800 bfs la botella y las mismas se agotaron en apenas 2 horas.

Pero la mayor prueba de que los venezolanos no quieren ser comunistas, fue el hecho ocurrido el pasado domingo 21 de diciembre, luego del llamado formulado por la Ministra María Iris Varela Rangel, quien convocó a todos los inscritos en el Psuv (7 millones de personas, según los registros del alcalde del municipio Libertador y Rey de la Trampa Electoral, Jorge Rodríguez) para que acudieran a todas las Plazas Bolívar de Venezuela (335 plazas si se cuenta una por cada municipio) a quemar la visa americana pegada en el pasaporte.

La convocatoria se hizo, en teoría, “para defender a Venezuela de la agresión norteamericana y de las sanciones impuestas por Estados Unidos”, pero como todos muy bien sabemos, la misma no llegó a nada. Por el contrario: ese domingo las Plazas Bolívar de toda Venezuela estuvieron más solas que la una. Creo que ni siquiera la misma Iris Varela llegó a la cita.

Eso quiere decir, en pocas palabras, que el venezolano no solamente no es socialista, sino algo mucho más importante: el venezolano no es pendejo. Nadie va a quemar su visa americana, porque todos quieren ir, aunque sea una vez, a Disney World, tomarse la foto con Mickey y conocer Nueva York.

Este domingo, 28 de diciembre, no caigas por inocente. En Venezuela, al igual que en Cuba, China y la desaparecida Unión Soviética, no hay socialismo, ni comunismo, ni revolución. Aquí lo que hay es una banda de delincuentes, zánganos, malandros, antisociales, choros y zagaletones, enriqueciéndose, gozando un puyero, mientras la mayoría, especialmente los que viven en los barrios y zonas populares, se está comiendo un cable.