Hoy no es un lunes cualquiera, hoy es el día más triste del año. Determinado por fórmula matemática, los parámetros que rigen esta jornada denominada «Blue Monday» son, entre otros, el final de las Navidades, que el frío ha llegado y que la cuesta de enero puede alargarse hasta bien entrado febrero.
Cliff Arnal, un investigador de la Universidad de Cardiff, en el Reino Unido, llegó a esta conclusión en 2005 tras contemplar las variables del clima, el exiguo salario para pagar las deudas contraídas y la frustración por haber fallado en los propósitos del nuevo año. El estudio fue financiado por Sky Travel para una campaña de viajes.
No obstante, el mismo Arnal admitió más tarde que su fórmula no tenía sentido y que simplemente acababa siendo una «profecía autocumplida». Demasiado tarde: el Blue Monday ya se había convertido en un clásico y en uno de los términos más utilizados en Twitter cada tercer lunes de enero.
Por su parte, la psicóloga del deporte y de la salud Patricia Ramírez ha indicado que «emociones como la tristeza y la ansiedad surgen cuando las personas se sienten ante una amenaza», como por ejemplo afrontar el pago de las compras realizadas con tarjetas de crédito, o «en desequilibrio».
A su juicio, «si una persona dirige su foco de atención a todo lo que resta (invierno, frío, inicio de la rutina, volver al trabajo, dormir menos, más responsabilidades) y no tiene en cuenta todo lo que suma (ser afortunado por trabajar, tener capacidad económica para responder al gasto de la tarjeta, tener calefacción para vencer el frío, reencontrarte con compañeros de trabajo con los que compartir los momentos vividos en vacaciones), lo normal es que se encuentre triste».
«Si damos más valor a lo que nos falta que a lo que tenemos, nos sentimos mal. El valor, lo que apreciamos, aquello de lo que hablamos y compartimos con los demás, es una elección. Tú decides si sumas o restas», ha concluido la psicóloga.