La veteranía es un grado, y un territorio tan agreste como una alfombra roja, más; esta edición, decanas como Penélope Cruz, Goya Toledo o Ana Belén, ganaron en elegancia a las más jóvenes, con honradas excepciones como las de Blanca Suárez y Elena Anaya, en una edición marcada por el brillo.
Perlas, lentejuelas, pedrería y cristales brillaron en el ‘paseillo’ de esta 29 edición de los Premios Goya, en una alfombra que cambió su rojo tradicional por el fucsia, y que estuvo marcada por los temblores causados por un frío gélido.
Una de las más madrugadoras, Ana Belén marchó por la alfombra con la seguridad de sus años de experiencia, con un favorecedor vestido en azul kleyn de la firma Tot-Hom, de tirantes y falda abullonada.
Más tardías, otras dos veteranas, Penélope Cruz y Goya Toledo, las más esperadas, acapararon una gran ovación del público reunido en el exterior y de los flashes de los medios gráficos congregados en el Centro de Congresos Príncipe Felipe, de Madrid.
Si Cruz optó por un palabra de honor de Oscar de la Renta, de corte clásico, en azul noche y tapizado con pedrería de tonos blancos; Toledo, nominada en esta gala, prefirió al libanés Elie Saab, en tono negro degradado y también cuajado con pedrería.
Otra veterana, Nieves Álvarez, confió de nuevo en su amigo Stephane Rolland, con un diseño de ajustada silueta y larga cola de tul, que jugaba con las transparencias y el binomio blanco-negro.
Si las veteranas dejaron el listón alto, una joven Blanca Suárez tampoco defraudó, con un elegante diseño de Zuhair Murad, en tono lila, que combinaba un cuerpo de manga larga transparente cuajado de abalorios, y una frondosa falda que le dificultaba el movimiento.
“Este año, me apetecía un vestido más contundente”, señaló la actriz a los periodistas, que el año pasado optó por un diseño completamente traslucido, y que con sus andares y poses demostró que domina el lenguaje de la alfombra como la soltura de una veterana.
La moda española también desfiló por la alfombra. Macarena Gómez con un diseño de Lorenzo Caprile de transparencias en rojo carmesí, con el que lucía embarazo; Ingrid Rubio del tándem The 2nd Skin Co, y Natalia Tena, de Ana Locking, ambas con vestidos largos hasta los pies cuajados de lentejuelas.
Inma Cuesta y Leticia Dolera, con un traje con estampado de flores y rematado con una larga cola, confiaron en Dolores Promesas. Mientras que Bebe, optó por la etiqueta destinada a los hombres, con un estilizado y favorecedor esmoquin de Juan Duyos.
Nerea Barros, una de las ganadoras de la gala llegó tiritando y manteniendo el tipo, con fiebre, y un vestido palabra de honor gris perla muy acertado de Oscar de la Renta -fallecido este año-, al que dedicó un beso mirando al cielo. “No sé si es por la fiebre, pero estoy en una nube”, señaló.
Esta silueta, el palabra de honor, fue una de las opciones seguras de las actrices, y también los tonos claros. Barbara Lennie se decantó por el tono crudo de un diseño de Cavalli Atelier y Elena Anaya, cautivó a los asistentes con un Sybilla de tono claro, con escote de infarto y abrigo sobre los hombros.
Aunque mucho se esperaba de los hombres, la mayoría escogieron el camino fácil y la apuesta segura del esmoquin, salpicado por alguna pajarita colorida. Antonio Banderas se decidió por un clásico Hermenegildo Zegna y Paco León, muy favorecido con un traje del español Lander Urquijo, en tono oscuro, con chaqueta estampada.
Uno de los nominados, Karra Elejalde, seleccionó un elegante traje de Adolfo Domínguez en terciopelo negro, y una pajarita de alegre color, que no le terminaba de convencer. “Se me cae la pajarita, debe ser por la edad”, señaló. EFE