Yusnaby Pérez: Hasta nunca abuelo

Yusnaby Pérez: Hasta nunca abuelo

abuelo

 

Era el año 1946 cuando mis abuelos se vieron por primera vez. “Él” se graduaba de medicina en La Universidad de La Habana y ella solamente tenía 6 años y estudiaba en un colegio de monjas. “Él” fue médico y amigo de mi familia por muchísimos años y trabajó en la clandestinidad apoyando al Ejército Rebelde. Mi abuela me contó que ella con 17 años transportaba armas en una barriga falsa de embarazada desde una provincia a otra. Durante todos estos años, “Él” fue involucrando a mi familia en la lucha revolucionaria y además se enamoró de mi abuela; que con 19 años (según las fotos antiguas que aún quedan) llevaba un pelo negro largo y era muy bien parecida. Unos meses antes que Fidel Castro regresara victorioso a La Habana, “Él” y ella se casaron.

Eran los primeros meses de 1960 cuando “Él” se percató que esa revolución por la que luchó era un fraude. Se dio cuenta porque le iban a quitar sus bienes y propiedades. Mi abuelo no era millonario, pero obtuvo un nivel de vida adecuado merecido por su duro trabajo como doctor. ¡Así fue! En noviembre de 1960 cuando el gobierno le robó todo su patrimonio tuvo que abandonar el país dejando embarazada a mi abuela. Ella me cuenta que “Él” le dejó 20 pesos, le dio un beso y le dijo: “volveré pronto”.

En efecto, volvió muy pronto. Regresó a Cuba en 1961 por Bahía de Cochinos para derrocar armadamente a Fidel Castro mientras mi madre tenía apenas dos meses de nacida. El gobierno comunista le llama mercenario, y su nombre figura en esas listas de “servidores del imperio traidores a la Patria que jamás podrán regresar al país”; pero yo estoy convencido que “Él” vino para salvarnos del infierno que hoy sufrimos; por amor a su hija, a su país. Regresó para con sus propias manos enmendar el error que cometió junto con muchísima gente al apoyar a Fidel Castro, pero sin éxito militar lo apresaron y lo deportaron del país.

Ayer, me enteré que fue un médico reconocido en los Estados Unidos. Jamás hablé con él, jamás mi madre le conoció. Cuando yo era pequeño recuerdo que se le mencionaba mucho en mi casa. Se hablaba en voz baja de “Él”. En los largos años nacientes del comunismo en Cuba, los cubanos de aquí eran obligados a renegar de sus familiares en el exterior. De tener contacto con ellos, el CDR inmediatamente actuaba y nos limitaban el acceso a la educación superior, a cualquier trabajo, nos vigilaban; en fin, nos destruían más la vida. Con todo este miedo y lavado de cerebro añadido, mi madre fue víctima forzada de rechazar a su progenitor. En la escuela le enseñaron que su padre era Antonio Maceo, y así lo repetía hasta que tuvo uso de razón y ya era muy tarde.

“Él” se casó por allá y tuvo hijos, mi abuela jamás se volvió a enamorar, mi madre sólo lo conoció por fotos antiguas y yo siempre escuché bonitas historias sobre “Él”. Mi abuela dice que heredé su estatura, su masculinidad, sus ojos y su sentido del humor. Lo cierto es que jamás escuché su voz, ni le miré a la cara. Sabía que existía, sabía que estaba del otro lado, pero desconozco si alguna vez “Él” supo de mí.

Un amigo desde allá investigó y me trajo hoy la lamentable noticia que mi abuelo falleció en el 2011. Mientras les daba la noticia a mi abuela y mi madre, vi como a una de ellas se le aguaban los ojos y a la otra le vi tanto ahogo y pena que me partió el corazón. Por culpa de políticas fracasadas mi madre jamás conoció al hombre que la creó, que le dio vida. No hay excusas humanas existentes para justificar todo el daño y separación que el gobierno castrista le ha causado a la familia cubana.

A “Él”, le prenderé una vela tardía esta noche. Llevaré con mucho orgullo su apellido, y su nombre lo tatuaré por siempre en mi corazón. Hasta nunca abuelo.

 

Publicado originalmente en http://yusnaby.com/hasta-nunca-abuelo/

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