El acaparamiento, la especulación, la escasez y el “bachaqueo” han llegado a las empresas funerarias. Ya no son los alimentos y las medicinas; las urnas también comenzaron a desaparecer. Quienes pierden un familiar deben esperar hasta cuatro días para poder sepultar a su deudo por la falta de ataúdes en algunas regiones de Venezuela. La Verdad
El Sur del Lago de Maracaibo no es la excepción. Las empresas que se dedican a la fabricación de urnas de lata o madera las venden a intermediarios, quienes, a su vez, las revenden a los dueños de las funerarias, lo que incrementa el precio del servicio funerario. “Yo tuve un familiar que murió en El Guayabo. Él era muy gordo y tuvimos que esperar cuatro días a que la funeraria consiguiera una urna grande porque no había. Tuvimos que sacar 70 mil bolívares para poder enterrarlo”, expresó Argelia Romero.
“Todo ha aumentado. Las fosas, las flores, el café, los ataúdes, lo que dispara los precios”, indicó Alí Araque, dueño de Funeraria Alejandro.
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