La recolección de granos derramados a lo largo de las autopistas Muelles- El Palito y Valencia-Puerto Cabello, continúa sin control sanitario ni medida alguna por parte de las autoridades municipales y policiales. El Carabobeño
Se trate de azúcar, maíz o sorgo, los productos alimenticios a granel que quedan esparcidos en la vía aún continúan como un rentable negocio en la jurisdicción porteña.
La lucrativa venta de los granos, es tan vieja como la actividad portuaria e ilegal como el tráfico de licor o queso. Desde hace cuatro años diversos sectores coparticipes de la actividad en el puerto comercial más importante del país advierten sobre esta situación.
Esta semana no fue la excepción. Tras abrirse accidentalmente las compuertas de una gandola cisterna cargada de azúcar cruda, a escasos metros de un alcabala móvil de la policía de Puerto Cabello, un grupo de personas, en su mayoría niños y adolescentes, recogían el producto esparcido a todo lo largo de la vía. El destino final de estos productos es su venta en caseríos, fincas y haciendas de la jurisdicción, afirmaron los pequeños recolectores de granos.
Al igual que todo negocio con jugosos dividendos, la recolección y venta ilícita de granos y otros rubros alimenticios primarios, evolucionó en el tiempo y tomó una vertiente que, a juicio de los miembros del sector, fue diseñado por alguien que conocía con pericia la cadena operativa que regula la salida, traslado y entrega de la carga a su consignatario, que en este caso es el agroproductor.
Desde hace más de una década, en vez de ser el transportista el que busca personas para que limpien los tanques, ahora son estas personas quienes cancelan entre 120 y 200 bolívares para que le dejen recoger el sobrante, frente a una almacenadora, en plena autopista o en una alcabala, frente a unos indiferentes efectivos de seguridad.
Por la carga esparcida en el piso nadie cancela monto alguno. Pero el precio de tan riesgoso oficio no es invaluable. Esto debido a que la recolección de un producto derramado en la carpeta asfáltica de una autopista como la Muelles-El Palito, bien puede costarle la vida a una persona.
Venta de bajo perfil
Hasta hace cuatro años en la autopista Puerto Cabello -Valencia se contabilizan hasta 13 puestos para la venta de estos productos, sin control sanitario o norma que regule el origen y destino de ese maíz, sorgo o soya.
Un saco con 50 kilos de estos rubros alimenticios primarios, era vendido en ese entonces entre 70 y 80 bolívares cuando su valor real, puesto en los almacenes del consignatario de la carga, era entre 1,70 y 2,00 bolívares el kilogramo.
El esfuerzo es rentable, de allí que algunos conductores insistan en la ilegal práctica de dejar una considerable cantidad, de hasta 400 kilos, antes de proseguir su travesía hacia el consignatario.
De allí también que, ahora con bajo perfil y sin hacer mucha propaganda, todavía se localicen algunos puestos de venta ilegal de estos productos en la referida autopista.
Vendedores y compradores no descartaron que su consumo esté destinado a seres humanos.