Las modificaciones al sistema de control de cambio anunciadas esta semana por el régimen de Nicolás Maduro hacen muy poco para tener algún efecto frente a los gigantescos desequilibrios que acumula Venezuela y los expertos advierten que equivalen a recetar una aspirina para tratar a una economía que ya se encuentra en estado parapléjico, publica El Nuevo Herald.
Antonio Maria Delgado
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Los anuncios realizados el martes añaden una nueva modalidad para que los venezolanos puedan competir en la licitación de una pequeña porción de los dólares que estarán en oferta, posiblemente adquiriendo las divisas a una tasa por encima de los 120 bolívares por unidad.
Pero las medidas preservan el artificialmente bajo tipo de cambio oficial de 6.3 bolívares por dólar, que es una de las principales fuentes de distorsión de la economía venezolana y que está reservado para solo un puñado de empresas dedicadas a la importación de alimentos y medicinas.
Tras las medidas, Venezuela ahora pasa a tener cuatro tipos de cambio, incluyendo el Cencoex de 6.30, el Sicad, a través de subastas para sectores no prioritarios y viajeros que empezarán en 12 bolívares, el recién introducido Simadi, cuya tasa dependerá de la oferta y la demanda, y el del mercado negro, que el miércoles se encontraba cerca de los 188 bolívares por dólar.
Si bien la introducción del Simadi –que en teoría cubriría un 5 por ciento de las necesidades de la economía– ha de brindar algo de alivio a un mercado hambriento por dólares, expertos consultados dijeron que la medida tendrá muy poco impacto.
“Esto no cambia nada. En Venezuela no solo se necesita urgentemente el desmantelamiento del régimen de control de cambio, sino tomar además medidas estructurales para comenzar a corregir los desequilibrios que enfrenta la economía”, dijo Antonio De La Cruz, director ejecutivo de la firma Inter American Trends en Washington .
“En este caso, lo único que han hecho es volver a recetar una nueva dosis de una medicina que sigue siendo inadecuada para tratar a un paciente gravemente enfermo”, explicó.
De La Cruz agregó que la introducción del Simadi hará muy poco para corregir los desequilibrios que están empujando al país hacia una tasa de inflación de tres dígitos y a sufrir los niveles de desabastecimiento que mantienen a millones de venezolanos formando colas a diario para ingresar a supermercados con anaqueles vacíos.
Los inversionistas extranjeros parecían tener la misma impresión y los bonos venezolanos cayeron nuevamente el miércoles.
El precio del bono Global 2031 caía 4.395 puntos para un rendimiento de 28.894 por ciento, mientras que el Global 2026 bajaba 5.550 puntos para un retorno de 30.200 por ciento, según datos brindados por la agencia de noticias Reuters.
Los bonos de la petrolera estatal PDVSA también caían. El papel al 2017 retrocedía 4.010 puntos en precio para un rendimiento de 50.374 por ciento.
Para el economista Pedro Palma, preservar el tipo de cambio oficial en los actuales niveles no tiene sentido.
“Están en niveles absurdamente bajos”, dijo Palma desde Caracas. “Implican un precio artificialmente bajo del dólar; un dólar altamente subsidiado por el gobierno, y una sobrevaloración descomunal de la moneda nacional”.
Agregó que en Venezuela, después del precio de la gasolina, lo más barato que se puede adquirir es un dólar a 6.30.
“Eso no tiene sentido, cuando el dólar escasea como escasea en Venezuela, y cuando un desplome en los precios del petróleo” ha recortado en más de la mitad los ingresos de crudo que recibe el país.
Alejandro Grisanti, economista jefe de Barclays Capital, manifestó el miércoles en un informe que si bien el Simadi, con su tipo de cambio flotante, podría brindar algún alivio al hambriento sistema de cambiario de Venezuela, la oferta inicial de dólares que estaría disponible a través del nuevo mecanismo “nos parece ser demasiado pequeña como para que tenga algún impacto significativo”.
Eso se debe a que el esquema sigue manteniendo las grandes distorsiones que hacen mucho más difícil que el gobierno pueda realizar los ahorros que necesita para enfrentar la caída de los precios del petróleo.
Adicionalmente, “la amplia brecha entre las distintas tasas de cambio sigue brindando incentivos para la corrupción, el contrabando y la desviación de recursos”, señaló el informe.
“Bajo esas condiciones, la escasez y los problemas de inflación van a seguir agravándose, con el riesgo latente de un relajamiento de las restricciones cuantitativas ante la erosión del respaldo político del gobierno, lo que colocaría presiones adicionales sobre el flujo de caja en moneda extranjera del sector público”, agregó.
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