Nunca en los últimos 16 años los sondeos le habían dado a la oposición en las vísperas de un proceso electoral una ventaja de casi 30 puntos en la intención de voto. Ese es el marco político en el que se verifica la alharaca gobiernera sobre “guerras” fantasiosas y “golpes” imaginarios”. En esas condiciones es pertinente entonces la pregunta: Si al realizarse las elecciones las ganará arrolladoramente la oposición, entonces… ¿A quien beneficiaría un supuesto “golpe de estado”?
El marco económico es aun mas revelador: La expropiaciones acabaron con el aparato productivo venezolano y nos pusieron a todos a depender de las importaciones; Cuando las mafias rojas se robaron también, según denunció el camarada Giordani, los dólares necesarios para las importaciones, vino la escasez de alimentos y medicinas, y con ella la humillación de las colas. Mientras la indignación bulle en el pueblo por estos motivos, el gobierno perpetra la mas horrenda devaluación que haya sufrido el bolívar en toda su historia, y anuncia además el aumento de la gasolina y del pasaje en el transporte colectivo. En medio de ese panorama económico, con un gobierno incapaz de hacer frente a la crisis que el mismo ha generado… ¿A quien beneficiaría un supuesto “golpe de estado”?
Si la situación política es grave y la situación económica clama al cielo, el panorama social no puede ser mas urgente: En los hospitales los pacientes literalmente mueren a la espera de la operación quirúrgica que les hubiera podido salvar la vida, pero que no se puede hacer porque no hay insumos ni equipos para realizarlas, por falta de dólares para adquirirlos; todos los demás servicios públicos están igualmente colapsados. La inseguridad ha convertido al hampa en el gobierno real del país, el que establece toques de queda, cobra vacunas y administra penas de muerte. En medio de ese dantesco panorama, para tapar la realidad de un país convertido en zona de desastre por la falta de gobierno… ¿A quien beneficiaría un supuesto “golpe de estado”?
La gente se hartó del gobierno, de sus cuentos, de sus excusas. La gente quiere cambio, nos dicen las encuestas y la calle. Pero no cualquier cambio: La gente quiere un cambio pacífico. Un cambio que no se transforme en una calamidad adicional a las que ya enfrenta el pueblo. Un cambio para salir del caos y obtener paz y gobernabilidad. Por eso la gente ratifica, en las encuestas y también en los barrios y urbanizaciones, su decisión de votar. Y de hacerlo por la oposición.
Es por eso que el gobierno encarcela a Ledezma. Es por eso que mantiene preso a Leopoldo. Es por eso que agrede a Borges y hostiga a Machado: ¡Porque no tiene votos con que derrotarlos, y recurre entonces a la estrategia golpista de intentar ilegalizar de facto a la oposición democrática! Un gobierno sin respuestas políticas, económicas y sociales, que cree que sólo en el tablero de la violencia conserva alguna ventaja, quiere arrastrar a ese terreno a la oposición y a todo el país.
Estemos claros: Al denunciar un supuesto “golpe de estado” el gobierno en realidad lo invoca, lo quiere, lo busca. Para el sector mas irresponsable y gangsteril del oficialismo, el escenario golpista se presenta como una doble oportunidad, como un escenario “ganar-ganar”: si se produce una revuelta y logra aplastarla, acabarían de una vez con todos sus adversarios (tanto los internos que tienen en el oficialismo, que son los que poseen las herramientas necesarias para dar un golpe de estado, como a la oposición democrática, que los arrasaría electoralmente); Si se produce la revuelta y pierde, queda como “víctima” y no tiene que rendir cuenta del monumental desastre, de la corrupción descabellada, de las violaciones a los derechos humanos.
Es por todo esto que la respuesta de la Mesa de la Unidad Democrática ante las agresiones y las provocaciones del gobierno ha consistido en reiterar nuestro objetivo: el cambio político urgente de gobierno y de modelo. Y también nuestra estrategia: Electoral, pacífica, constitucional y democrática. Esto NO SIGNIFICA que haya que “esperar las elecciones” para enfrentar al gobierno. ¡Aquí no hay que “esperar” nada! ¡Aquí hay que luchar ya, ahora, día a día, cara a cara y casa por casa, consolidando y ampliando la mayoría que ya somos, acompañando al pueblo en su lucha concreta contra la agresión económica, social y política del gobierno, constituyendo en cada cuadra, en cada edificio, en cada escalera, en cada callejón, en cada urbanización y cada barrio los Comités de la Unidad donde se integren el activismo partidista y la ciudadanía independiente, espacios donde los venezolanos tengan la oportunidad de dejar de ser “espectadores” de la política y convertirse en protagonistas de la lucha democrática!
Si, lo sabemos: Este es un código distinto. Durante décadas el ciudadano creyó que su actividad política podía reducirse a votar cada 5 años. En los últimos 16, muchos avanzaron hacia la idea de que el ciudadano debe “tomar la calle”, pero redujeron esa importante noción a la “marcha” esporádica o la “barricada” ocasional, actividades que en muchas ocasiones no perseguían objetivos concretos sino que sólo buscaban expresar indignación puntual o liberar malestar acumulado. Hoy, en medio de esta crisis política, económica y social, Venezuela nos exige más, mucho más, a todos. A los partidos democráticos y a las organizaciones sociales. A los dirigentes y a los ciudadanos. Para todos nosotros ahora “la calle” no es una plaza o una avenida, sino todo el país. Y el momento de “tomarla” no es “cuando nos convoquen”, sino siempre. Y lo haremos no sólo porque “estemos arrechos”, sino porque somos conscientes de que para superar la actual situación de precariedad y división debemos tener un proyecto: La Venezuela Unida. Y eso debemos hacerlo entre todos, porque La Fuerza Es la Unión! ¡Palante!