Siete semanas después del ataque de que fue objeto, el semanario satírico francés Charlie Hebdo volvió a los quioscos el miércoles, con una tirada de 2,5 millones, aunque no suscitó el entusiasmo del anterior número de los “sobrevivientes”, del que se vendieron ocho millones de ejemplares.
“Se vende poco a poco, nada que ver” con el número publicado una semana después del atentado yihadista que dejo 12 muertos, indicó un quiosquero de la estación ferroviaria Saint-Lazare de París.
“En una hora, vendí unos veinte. La última vez, los 240 ejemplares que recibimos partieron en una hora”, agregó.
El número “de los sobrevivientes”, realizado por los miembros de la redacción que se salvaron del atentado, fue difundido en ocho millones de ejemplares, un récord para la prensa francesa.
No obstante, el número de este miércoles sigue suscitando un impulso de solidaridad.
En la estación ferroviaria de Lille (norte), “recibimos 300 y ya vendimos 150”, dice Stéphanie, que trabaja en un quiosco. A título de comparación, antes del atentado recibía 16 por semana.
En el nuevo número, que se quiere un retorno a la normalidad, Charlie Hebdo reunió en su dibujo de tapa algunos de sus blancos favoritos, entre ellos la iglesia católica y la derecha y la extrema derecha francesas.
El dibujo, firmado por el caricaturista Luz, va acompañado de la frase “C’est reparti!” (¡De vuelta!).
Sobre fondo rojo, entre los perros furiosos que persiguen a un perrito que simboliza a Charlie Hebdo, se reconocen las caricaturas de la dirigente del partido Frente Nacional (extrema derecha) Marine Le Pen, al expresidente de derecha Nicolas Sarkozy, al papa, a un hombre de negocios, con un fajo de billetes entre los dientes, y a un yihadista.
“Después de la violencia que sufrimos, queríamos una tapa un poco calmada”, declaró a la AFP el caricaturista Riss, que fue herido en el atentado y es ahora el nuevo director del semanario.
“Los combates de Charlie son muchos. El laicismo fue siempre un combate evidente, pero con el tiempo ha adquirido una dimensión enorme, que nos sobrepasa un poco”, dijo.
“Queremos conservar nuestra libertad editorial (…) Quisiéramos ser vistos de otra manera que como símbolo. De lo contrario estaremos paralizados y el periódico no podrá evolucionar”, estimó. AFP