Cuidado… conoce las señales de que te estás subestimando

Cuidado… conoce las señales de que te estás subestimando

Foto archivo
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Constantemente te estás comparando con otros.
Las redes sociales ofrecen un acceso inmediato a la vida de todo el mundo. Como resultado de esto, es complicado no compararse con los demás – constantemente. Pero lo importante es recordar que nunca se ve el panorama completo: nadie que esté en Facebook se detiene a exhibir sus problemas, sus días malos y sus miedos. Todo lo que ves es bueno y bonito o lamentable con ganas de llamar la atención por un poco de consuelo.

¿Entonces qué hacer? Concéntrate en tu historia y en tu camino. Nunca, jamás, compares tu “inicio” con el “medio” de otra persona. Todos tenemos algo que ofrecer. No importa lo mucho que las personas hacen o lo que tú haces, lo verdaderamente importante es que desarrolles tu propia forma de hacerlo.

No tienes un hábito diario saludable.
Tener un hábito diario que sea saludable propicia la sincronía entre tu mente y cuerpo. Alinear una práctica diaria con tus intenciones es la clave para alcanzar tu poder personal. La rutina, en este caso, te recordará porqué estás aquí y preparará el camino para que te mantengas en calma en medio del caos diario.





Mi práctica diaria consiste en una meditación orientada hacia la gratitud. La tuya puede incluir cosas como la lectura, el yoga o la oración. Todo lo que funciona para hacerte sentir bien y centrado puede convertirse en un hábito. ¿Por qué no empezar el día con una perspectiva positiva?

Das una prioridad excesiva a la opinión de tus padres (tu necesidad de agradarles).
Muchos amigos, colegas y clientes se debaten frecuentemente con la necesidad de agradar a sus padres. Yo vengo de un hogar amoroso. Tuve todo lo que quería, excepto la libertad de expresarme. Mis pensamientos y creencias no eran mías. Sentía una inmensa culpa cada vez que no estaba de acuerdo con mis padres. Di demasiada importancia a sus opiniones y expectativas y abandoné las propias.

Sí, tus padres te dieron la vida y te ayudaron a crecer, hicieron lo mejor que podían, pero ahora eres un adulto. Es hora de que comiences a pensar por ti mismo. Es hora de que pongas tus necesidades en primer lugar. La única persona que tiene que vivir tu vida eres tú. Y solo tú deberías estar feliz con eso.

Mantienes contacto con las personas equivocadas.
Para desarrollar relaciones saludables, resulta crucial que te aproximes a las personas de valor, personas que “te ponen por encima” y te apoyan. Nadie que conozca ha logrado pasar el tiempo con personas negativas y tener una vida positiva. Da prioridad a tu tiempo y mantente cerca de aquellas personas con las que puedas crecer.

No te atormentes pensando en que tienes que mantener a ciertas personas en tu vida debido a tu pasado o por un sentimiento de culpa. Tienes el derecho a elegir quién ocupa tu tiempo y tu energía.

 No te estás alimentando sanamente.
Cuando las cosas en mi vida comenzaron a equilibrarse, la alimentación pasó a ser algo importante y que me mantuvo atento. Use todas las disculpas para justificar el hecho de que no me alimentaba correctamente o que no me hacía un espacio para ejercitarme. Casi todos los días me sentía una basura y no me gustaba lo que veía cuando me miraba al espejo.

Estar saludable y sentirse bien de adentro hacia afuera son las claves para la expansión y el crecimiento. Deja de poner pretextos.

 Olvidas los momentos para consentirte.
Muchas veces olvidamos cuidarnos a nosotros mismos. Nos enseñan a tratar a los demás bien y con respeto, pero no siempre hacemos lo mismo con nosotros. ¿Cómo esperar que alguien nos trate bien, si ni nosotros lo hacemos? El cuidarse a uno mismo implica una gran variedad de cosas, como el ejercicio y la salud, o incuso reservar una tarde para echarse en el sofá y no hacer absolutamente nada. Colocarse en primer lugar no es un crimen. Es una necesidad. Cuida de ti mismo para que puedas cuidar de las personas a tu alrededor.

No crees en ti mismo.
Pocas personas en este mundo te aman de forma incondicional y, siempre, debes esforzarse por ser una de esas personas. Tu eres la guía para la forma en que te tratan todos a tu alrededor.

Si no crees ser digno, entonces, ¿quién más lo creería? Define un patrón de cómo te quieres mostrar ante los demás, cómo quieres sentirte y cómo quieres vivir. Conócelo. Cree con cada parte de tu ser aquello que eres y lo que no eres. Cree aquello que te mereces. Cree en ti y comparte con el mundo los presentes que tienes para ofrecer. Deja tu luz brillar y nunca te avergüences de ello.

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