El día que Maracaibo se desgarró de dolor y llanto (Fotos)

El día que Maracaibo se desgarró de dolor y llanto (Fotos)

Foto: Accidente aéreo en el Zulia / versionfinal.com.ve
Foto: Accidente aéreo en el Zulia / versionfinal.com.ve

Zulia, Venezuela y el mundo recuerdan este lunes con tristeza la tragedia que desde hace 46 años enluta a cientos de hogares: la caída del avión DC-9 de Viasa sobre la urbanización La Trinidad y el barrio La Coruba. Fue el día en que Maracaibo se desgarró de dolor y llanto.

Redacción: Javier Sánchez / Ana K. Mendoza

Lo que para entonces fue considerado el siniestro aeronáutico más grande en la historia del mundo dejó como saldo 155 personas fallecidas: 83 pasajeros y tripulantes y el resto en tierra. El avión despegó del antiguo Aeropuerto de Grano de Oro con destino a Miami, Estados Unidos. En la Tierra del Sol Amada hizo escala, pues venía de Maiquetía al menos con la mitad de la tripulación.





Testigos. Dimas Villalobos tiene 61 años y recuerda con detalles el siniestro. “Íbamos saliendo de una reunión en la iglesia de Ziruma, cuando vimos que el avión golpeó un poste eléctrico. Luego le llegó a otro por los lados del Cine Capitolio y después a otro, y agarró vuelo a La Trinidad. Menos mal que cogió pa’ allá, porque en este sector (Ziruma) había ranchos de madera. Habría sido peor”.

La aeronave, que comandaba el capitán Emiliano Zabelli Maldonado, tuvo problemas al aterrizar en Maracaibo. Y luego, cuando despegó, alcanzó apenas los 70 pies de altura. “Se vio clarito cuando el avión se convirtió en una bola de fuego gigantesca. Lo primero que se desprendió de la nave fue la turbina izquierda que, supuestamente, cayó sobre la casa de Lino Connell (atleta zuliano) y mató a su esposa, a tres hijos y a su suegro”.

Los curiosos corrieron a ver qué había sucedido y en qué podrían ayudar. Era la primera vez que atestiguaban una desgracia, literal. “Vimos que una señora corría con la carne viva y el pelo chamuscado hacia nosotros. La montamos en una camioneta de la iglesia y la llevamos al (Hospital) Universitario. De allá nos trajimos a varios médicos y enfermeras”.

Caminar entre los cadáveres de mujeres y niños, el olor a “carne quemada”, los gritos de auxilio de los tapiados son huellas imborrables en la memoria de Villalobos, quien nació y aún reside en el barrio Ziruma. “Los saqueadores no faltaron, pero la Guardia Nacional llegó y acordonó toda el área. Solo quedaron los bomberos, los médicos y los muertos”.

Foto: Accidente aéreo en el Zulia / versionfinal.com.ve
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Causas no esclarecidas. Hasta la fecha se desconocen las causas que ocasionaron la explosión y posterior caída de la aeronave.

Más de uno denunció que la pista de Grano de Oro no tenía la distancia necesaria para el despegue de este tipo de aviones. Pero esa versión la desmintieron expertos en aeronáutica y aseguraron que la longitud de la pista no era el problema. Se especuló que había tropezado o succionado unas ramas de árboles que estaban próximas a la pista. Esa información nunca la confirmaron, pues las piezas de la nave quedaron casi desintegradas por el impacto y por el fuego.

A raíz del siniestro, construyeron el Aeropuerto Internacional La Chinita en la periferia de Maracaibo y de San Francisco, y las instalaciones de Grano de Oro las cedieron a la Universidad del Zulia (LUZ) por dos
años. Pero aún funciona ahí la Facultad Experimental de Ciencias.

Los zulianos y el resto de los venezolanos se enteraron de la tragedia
casi de inmediato. Héctor Escalante, locutor y profesor de LUZ fue el primer periodista en informar la noticia por radio. “En menos de 24 horas, La Trinidad estaba llena de corresponsales internacionales de radio, prensa y televisión”.

Foto: Accidente aéreo en el Zulia / versionfinal.com.ve
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Ellos lo vivieron. Omar Pacheco: “La caída del avión nos interrumpió el almuerzo. A pesar de que tenía 12 años, lo recuerdo clarito. La humareda negra, la gente que corría de aquí pa’ allá, los gritos, la desesperación… No se me olvida: hedía a carne”.

Olga Urdaneta: “Estaba parada en el frente de la casa cuando vi el avión prendido en fuego
y escuché cuando se cayó. La gente salía corriendo de sus casas, pidiendo auxilio. Tenían la ropa pegada al cuerpo. La carne les crujía”.

Tibisay Urdaneta: “Una señora, de aquí del barrio (Ziruma) fue a buscar a su nieto que jugaba en la cancha. Ella, nerviosa, creyó que lo había salvado y que lo traía en brazos. Cuando llegó aquí, era un chivito. Al muchachito lo hallaron muerto”.

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