La frustración de Cristiano

La frustración de Cristiano

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Manotazos contra el césped, algún que otro grito, brazos en jarra contrariado, lamentaciones por no marcar o desaparecer cuando el resto de jugadores del Real Madrid saludaban al público del Bernabéu, fueron algunos de los gestos que mostraron la frustración de Cristiano Ronaldo, un futbolista que lleva varios meses sin ser el que ganó un Balón de Oro hace tres meses.

Juan José Lahuerta/EFE

“Ser Cristiano es complicado porque lleva marcando un nivel muy alto durante muchos años. Acostumbra a marcar sesenta goles y cuando marca cuarenta se mosquea. Le conocemos y no se le puede reprochar ningún gesto que haga, a no ser que sea contra algún compañero. Son contra sí mismo”.

Así habló Sergio Ramos del estado anímico de Cristiano después del partido que el Real Madrid ganó al Levante 2-0. No son palabras de un jugador cualquiera. Vienen de uno de los capitanes y de los pesos pesados del vestuario del club blanco, que volvió a jugar después de un tiempo lesionado.

Ramos no solo volvió. También fue uno de los que antes del pitido inicial habló con Cristiano durante el calentamiento. Entre los dos, en una semana vital con un partido de transición entre la crisis creada por el Schalke en Liga de Campeones y el decisivo que disputarán el fin de semana que viene en el Camp Nou, arengaron a sus compañeros para llegar con tranquilidad al Clásico.

La película cambió después de los noventa minutos. Por un lado, Sergio Ramos ejerció de capitán y reunió a sus compañeros en el centro del campo para aplaudir al público del Bernabéu. Por otro, Cristiano se alejó hacia el vestuario sin comparecer en el centro del campo junto al resto.

Si Iker Casillas tuvo que obligarle a hacerlo contra el Schalke, Ramos no fue capaz. Y es que, el partido acabó con el portugués desquiciado por su mala suerte ante el gol, por sus fallos y por una leve pitada que un sector del público del Bernabéu dedicó a su jugador franquicia en el minuto ochenta.

Eso volvió a enfadar a un jugador de quien Ramos asegura estar peleado con él mismo. Puede ser verdad, pero sus detalles no ayudan a verlo así. Es posible que la imagen que proyecta sea la de un delantero que piensa más en sí mismo que en el colectivo. Y eso durante el partido con el Levante se vio en varias ocasiones.

Por ejemplo, tras el primer gol de Gareth Bale. El tanto del galés, en el minuto 18, llegó precedido de un remate de chilena de Cristiano que sacó bajo los palos el defensa del Levante Iván Ramis. El rechace lo recogió su compañero para abrir el marcador con una volea que mandó el balón a la red de la portería del Levante.

Bale celebró su diana con rabia, golpeando el banderín de córner y llevándose las manos a los oídos para silenciar a sus críticos. Pero estuvo arropado por sus compañeros, que fueron a celebrar con él su reencuentro con el gol. Mientras, Cristiano, ajeno a esa fiesta, dedicó su tiempo a mover los brazos en una señal de desaprobación consigo mismo.

Después, la escena fue más cruel. En una jugada ensayada remató a portería y Bale desvió la trayectoria del balón ligeramente. Cristiano corrió a celebrar un gol que no era suyo y su grito gutural se quedó a medias. El tanto era de su compañero, no suyo. De nuevo, Bale le quitaba la gloria.

No la tuvo durante el resto de partido porque lo evitó el portero Diego Mariño, porque sigue desacertado lanzando faltas, porque falló en los nueve disparos de los 22 que lanzó el Real Madrid y porque por su ansiedad por volver a ser el jugador que fue no hace mucho puede con él.

Por todo eso proyectó una imagen poco colectiva y muy individualista. Desde su grito en la gala del Balón de Oro, no levanta cabeza. Lionel Messi le ha superado como máximo goleador cuando hace meses parecía impensable.

“Cristiano estaba vivo. El primer gol nació de un tiro suyo que salvaron en la línea de portería y que después marcó Bale. El segundo lo mismo. No ha marcado, pero ha estado vivo en el partido y fue determinante en los dos goles de Gareth”, dijo Ancelotti tras el duelo.

Cristiano, enfadado ahora, se verá las caras con Messi el fin de semana que viene para intentar redimirse. Indudablemente, pese a su mala racha, es indispensable para Ancelotti, pero su estado anímico, cabreado con el mundo y consigo mismo no ayuda al colectivo. El individualismo puede llevar a la frustración y el Cristiano más individualista no es el mejor Cristiano. EFE

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