Mi homenaje a El Aviador
Cuando la adversidad el máximo reto le impuso,
pensó en el dolor de sus seres amados,
y sus principios no temblaron,
ni se rindió ante el maligno y su abuso.
Encarnó en el grande hombre
la virtud del valiente,
que siempre llevó en su nombre
y ese día le
floreció
en su corazón ardiente.
Su firme y libre voluntad indómita
ante el peligro se sostuvo incólume,
y con su actitud de espartano insólita
se dirigió a Dios y pidió lo perdone.
Someterle quiso el poder innoble
encarceló su cuerpo con injusticia y maldad,
mas nunca pudo con su alma y voluntad de roble
hoy, al fin en libertad.
En un magno acto
de dimensión homérica,
señor de sí mismo, misterio arcano.
Su historia se hizo épica.
De su mortalidad trascendió las fronteras,
nacido en civilidad, hombre ejemplar.
Y por su moral que forjó en la academia
emanó la luz de su nobleza, la de un militar.
Cumplió su deber sagrado,
defender y proteger al prójimo.
Con amor y desprendimiento y desarmado,
Asumió sin titubear su juramento heroico.
Unas sesenta almas temían por su destino,
angustia de sus cuerpos, solo decían: “me quiero salvar”.
Decidido a salvarlos, con honor excelso se dijo:
“Es la hora, mi hora, es hora de mi sacrificio final,
pues en la vida eterna no existe nada que sea fatal”.
En el corazón de Venezuela y su historia
cantaremos con amor en su nombre una oda,
oda a los sesenta del capitán,
canto al hombre libre que decidió en su altar.
Ya su gloria vuela surcando en el cosmos,
su alma civil en su avión militar.
Y el vivirá en nosotros
y nosotros en su alma, hoy, al fin, en perpetua libertad.
Su ejemplo de estoico egregio
servirá para educarnos como él un carácter recio.
Mostremos que su valor no fue ni es en vano,
ahora nos toca corresponder lo más valioso que nos ha entregado.
Aviador Rodolfo González,
capitán mi capitán.
Desplegó para siempre sus alas con su conciencia salvada,
y se elevó en el eterno vuelo.
En el éter universal planea en el Cielo.
El vuelo final.
In memoriam.
En Caracas, domingo 15 de marzo de 2015.