Tras haber sido rescatada de una muerte segura y curada por una familia de Newport, Australia, esta urraca se ha convertido en una asidua visitante, amiga y acompañante de juegos de toda la familia. Con mucho cariño, los Bloom empezaron a llamar a su nuevo amigo Penguin.
Noah Bloom, de 11 años, encontró a Penguin intentando volar en el suelo, cerca de una librería en 2013. Sin pensárselo dos veces, la llevó a casa y, ayudado por los demás miembros de su familia el padre, Cameron, la madre, Sam, y sus hijos Reuben de 13 años y Oli de 9, consiguieron curar a Penguin. Tras haber recuperado un estado saludable, dejaron a la urraca volar libre, pero esta siempre vuelve para pasar un rato con sus amigos y agradecerles lo que hicieron por ella. Suele jugar a mover cosas, pasear por la casa y subirse a los hombros de todos.
Cuando los Bloom salen por las mañanas a sus quehaceres, Penguin se despide de ellos, y luego saluda a los niños cuando vuelven de clase. “Es como un perro moviendo la cola: se sienta ahí en el árbol y agita sus alas como si estuviera contenta”, explicaba Cameron.
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