Gracie Hughes es una niña de dos años que se siente identificada con Elsa de la película Frozen, y no porque sea rubia y con grandes ojos azules como la princesa de Disney, sino porque ella también tiene que llevar guantes para cubrir sus manos, aunque no es por peligro a congelar lo que toca sino porque corre el riesgo de que sus manos se congelen debido a que padece una enfermedad conocida como el fenómeno de Raynaud, publica 20minutos.es
Esta jovencita saltaba a los medios ingleses al descubrirse que, además de sentir pasión por esta película, gracias a ella había conseguido sentirse especial, pese a que siendo tan pequeña ya conocía lo que era una enfermedad que, por lo general, afecta sobre todo a mujeres pero que ya han superado la adolescencia. El fenómeno de Raynaud es una alteración de la circulación de la sangre sobre todo en los dedos de las manos y de los pies, y cuyo el origen está en que los vasos sanguíneos de estas regiones del cuerpo que se cierran, disminuyen su calibre y, por tanto, la sangre no llega bien a los dedos, que terminan adquiriendo un color pálido, cetrino, llegando a producir dolor.
La sangre no llega bien a los dedos, que terminan adquiriendo un color pálido, cetrino, llegando a producir dolor y Aunque podría parecer un fenómeno raro, lo cierto es que se produce de manera frecuente, más en mujeres que en hombres, siendo en niños una enfermedad poco frecuente, que más puede estar relacionada con otras enfermedades como por ejemplo la vasculitis, explicaba esta semana el doctor Jesús Tornero, portavoz de la Sociedad Española de Reumatología y jefe de Servicio de Reumatología del Hospital Universitario de Guadalajara. Aunque no hay estimación de casos, afortunadamente la forma más habitual es la menos agresiva, que se da sobre todo en mujeres cuando comienza su actividad ovárica, y, en consecuencia, su producción hormonal, alterando la circulación sanguínea.
En los casos menos graves suele solo desencadenarlo el frío ambiental, aunque en otros casos como el de Gracie puede ser tan grande la sensibilidad a los pequeños cambios de temperatura, que puede padecer un ataque por estar en una habitación con aire acondicionado, tocando un helado o con una bebida fría. El frío provoca una contracción muy grande de la arteria y se cierra la arteria que, al no dejar pasar la sangre a los dedos, estos consiguen una palidez de cadáver, del color de la cera, esto dura unos minutos, hasta que se entra en calor y se vuelven a abrir las arterias y a circular la sangre y, en consecuencia, el dedo se pone “rojo, congestivo e incluso morado”.
Primero la piel se vuelve blanca, en segundo lugar se pone azul al quedarse estancada la sangre y en tercer lugar se pone roja (a veces morada) porque la luz del vaso sanguíneo se abre y vuelve a circular el flujo sanguíneo. Además, suelen sufrir dolor en los dedos cuando están fríos e hinchazón, hormigueo o dolor cuando se recupera el flujo de la sangre. Gracie, que vive en Nueva Gales del Sur (Australia), fue diagnosticada cuando tenía 16 meses, lleva guantes que dice son ‘especiales y mágicos’ para proteger sus dedos que se vuelven azules incluso con un helado. Aunque ella acepta que es especial, como su heroína de dibujos animados, y que cuando llega el invierno se tiene que proteger aún más porque el frío le hace daño.
En los casos graves, “o cuando el dedo se queda bastante tiempo sin sangre”, aparecen úlceras de la piel y pérdida de estructuras en la parte distal de los dedos, cicatrices hendidas en el lecho de la uña o la punta del dedo, “en las fases más graves se puede producir incluso una gangrena, aunque esto último no suele ser habitual”. “Si hablamos del fenómeno primario se trata bien y se combate bien si se cuidan y vigilan los que lo sufren”, explica este experto, quien destaca que las medidas de protección como son abrigándose bien, no sólo las manos y los pies, si no todo el cuerpo, incluyendo nariz, labios y orejas, y evitar el contacto directo con el frío, tocar el agua en las labores del hogar y al coger alimentos fríos de la nevera o el congelador.