Al principio no sabían que la otra madre tenía un niño con pluridiscapacidad y aún así la conversación se llevó a cabo normalmente. De a poco fueron apareciendo las diferencias y, con ellas, la emoción.
Debe ser muy duro para cualquier madre o padre que su niño no pueda sonreír, como lo explica entre lágrimas una de ellas. Sin embargo, ninguna niega la felicidad que sus hijos le transmiten, porque a todas les han cambiado la vida para bien:
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