Podrá reprochársenos a quienes defendimos siempre esta propuesta, de ser golpistas o militaristas, o lo que quieran, pero sobre todo lo de no ser “demócratas” y quiero decirles en nuestra defensa, que depende de lo que entiendan por democracia, porque si suponen que este bochinche siga y que no deba pararse en seco la anarquía y el caos, al precio de lo que sea, porque sencillamente estamos ya en pleno proceso de disolución nacional, entonces por supuesto que NO queremos ser considerados demócratas y menos aún partidarios de este bochinche de lumpenes desaforados imponiendo sus atropellos, eso queda para la oposición blandengue sifrina y colaboracionista que sigue creyendo en salidas “institucionales” pacíficas y electorales.
Porque tampoco queremos ninguna otra de las variantes defendidas por los populistas, que nos mantendrían en el tercermundismo ramplón. Esas son las ofertas de MUD HCR, LL etc, que se hacen desde la óptica llamada socialdemócrata, que son apenas disfraces mitológicos de los mismos grupos de los viejos poderes fácticos del pasado: económicos, mediáticos y clientelares del partidismo casi en extinción, pero que aún pugnan, incluso con sus herederos sanguíneos, para intentar salir ilusoriamente de esta pesadilla y que por esas “vías institucionales y electorales” y solo frustran una y otra vez el plan de sacar a Venezuela de este charco de estiércol institucional.
Sabemos sin embargo que las elites desplazadas, que lo fueron en tributo a su incompetencia y parasitismo, solo quieren volver a las viejas tropelías, una vez que no pudieron, como ha sido el caso de todos estos años de estatismo, seguir “guisando” a sus anchas con la boli-burguesía roja, que solo quiere su exclusivo provecho y que es hija de la economía delictual en plena expansión.
Ese tren histórico ya pasó de largo, sin que pudieran viajar en sus vagones de primera clase, porque el viejo empresariado no supo, o no pudo, ni tampoco legaron o lograron, con su habitual cobardía política, conservar las libertades y menos aún defender una visión de progreso incluyente para este país riquísimo pero con elites de potentados y pueblo pobre lleno de penurias.
Por otra parte, si bien es cierto que ESTAS Fuerzas Armadas actuales han dado toda clase de pruebas en los últimos 20 años para desconfiar duramente de ellas, e incluso sobre su utilidad, no es menos cierto que hay dos pruebas históricas sobre que los oficiales de las ESTAS Fuerzas Armadas, en el pasado, si fueron capaces de generar, mediante un golpe de fuerza en Octubre del 45 con Betancourt, un primer ensayo de real democracia representativa y un segundo ensayo duradero de democracia de partidos a partir de 1958.
Debe recordarse además, que SI HUBO un gran proyecto de país con progreso material y de grandes equilibrios económicos, logrados bajo la conducción militar de Pérez Jiménez, entre esos dos ensayos, aquel efímero 45-48 y luego a partir del 58 cuando ESTAS Fuerzas Armadas, dieron a 8 gobiernos constitucionales una importante estabilidad.
Porque no puede olvidarse que cuando el país fue amenazado seriamente por la subversión castrista a partir de 1961, ESTAS Fuerzas Armadas derrotaron ese intento al precio de una intensa dedicación a su misión disciplinada al poder civil.
Otra es la historia desde la década de los ochenta y años noventa, en cuyo cruce se produjo el 27 febrero 1989, como estallido de caos nacional y cuando a pesar del deterioro de su disciplina interna, albergando toda clase de vicios, incluyendo la conspiración masiva, alcahueteada por sus altos mandos, ESTAS Fuerzas Armadas salvaron este país de su disolución social e institucional, frente al estallido del caos el 89 y frente a los golpes chavistas de 1992.
Son las tramoyas de las élites, acompañando la perversión de los peores vicios clientelares, que se incubaron por responsabilidad directa de los gobiernos civiles y sus partidos, las que permiten que vayan ganando terreno, en ESTAS Fuerzas Armadas, el golpismo castrista, el militarismo con su corrupción generalizada y el servilismo de sus altos mandos a la dirección chavista.
Ya desde el gobierno de Caldera, el más enaltecido mentor del golpismo y con el régimen chavista desde 1999, se perdió absolutamente el profesionalismo de las FFAA, así como su mística y sus valores democráticos y solo quedó, la lealtad institucional al poder de Estado, con ese culto servil a la autoridad civil, disfrazada de militar, que incluyó la absoluta sujeción al caudillo Chávez.
Con la dictadura de esta democracia tumultuaria, de esta horda lumpen, enceguecida en su despotismo soberbio y ebriedad de poder, cimentada en el peculado y la depredación de bienes del Estado, se completó la desnaturalización de la misión de ESTAS Fuerzas Armadas, que reventó el grueso de sus resortes éticos, al brindárseles privilegios insolentes y el acceso fácil a la riqueza obscena de su alta oficialidad.
Ahora más que nunca es que puede medirse el daño ocasionado en las dos últimas décadas, cuando tales conductas infames se pagan con la sumisión a un gobierno extranjero, como la tiranía cubana, del que es títere el gobierno de Maduro-Diosdado.
Los altos mandos actuales solo representan el hamponato político que nos lleva a la antesala de la disolución del Estado venezolano y con ello a la pérdida de la soberanía e independencia nacional, dado el control del territorio, ahora en manos del hampa y de policías y guerrillas extranjeras como el G2 cubano y las FARC colombianas.
En este escenario trágico la ruptura militar que tanto tarda, como la gente lo intuye, resulta de la certeza al interior de las FFAA, que ello implica prácticamente destruir una buena parte de esos privilegios y asumir los enormes costos, para ellos, del justo castigo para las camarillas del poder, que hasta incluyen hacer extraditables a los narco-soles y a muchos generales asociados al narco lavado.
La ruptura militar tarda porque también se discierne que deberá hacerse una profunda limpieza social, para poder hacer viable la refundación de la república, sobre bases económicas que impliquen una dificilísima aplicación de criterios, donde esté ausente toda demagogia tradicional de hasta 40 años atrás, aunque se deban contemplar transiciones que permitan graduar el proceso de esa disciplina exigente, que deberá regir para poder salir del caos e inaugurar una etapa de progreso social.
Las Fuerzas Armadas deben saber que sobramos en el campo civil quienes estamos dispuestos a asumir las consecuencias de brindarnos un gobierno con autoridad suficiente para enderezar estos grandes entuertos.
Están contabilizados los riesgos que hay que asumir donde se especula con el fetiche disuasivo de la amenaza de permanencia indefinida en La Haya o ser blanco de los carros bombas con los que Diosdado, Cilia y EL Alsaimi, pretenderán impedir las ejecutorias soberanas de un nuevo régimen, que implicará la ilegalización y reducción drástica del hamponato político que representan.
Ya se estaría entonces en el escenario de ver quien puede anular a los reales enemigos de la reconstrucción nacional, en una verdadera carrera contra el tiempo, entre quienes detenten el nuevo poder y quienes, habiendo perdido las riendas del poder, se hagan en extremo vulnerables.
No creo que el pueblo venezolano hoy humillado, por más colas que siga haciendo, acepte pasivamente que se le lleve a la hambruna, porque mucho antes estallarán los tumultos y ESTAS Fuerzas Armadas, deberán escoger entre matar miles y miles de indignados hambrientos, o quitar de en medio, sacar del poder, a los responsables conspicuos del malandraje rojo gobernante. Yo creo firmemente que este último es el único camino que les queda a la oficialidad del ESTAS Fuerzas Armadas.
Porque en la hipótesis, hasta hoy negada, pero ello no implica ningún pronóstico unilateral, sobre que ESTAS Fuerzas Armadas actúen detrás de un plan genocida, o despiadadamente represivo del régimen piltrafa, con tal de mantener en el poder a los parásitos rojos, a sus narcos y a sus chulos cubanos castristas, es lógico que se produzca entonces, no una ruptura militar con el régimen, sino un estallido militar interno, del que surja un Ejército Nuevo Rebelde, al que nos asociaríamos muchos, para liquidar ESTAS Fuerzas Armadas y constituir OTRAS NUEVAS Fuerzas Armadas, sobre las que descanse la instauración de un nuevo orden institucional y una nueva estructura económico social de país libre Occidental y cristiano.
De manera que las gallinas uniformadas que ofenden al conjunto de ESTAS Fuerzas Armadas con su conducta cómplice con el hamponato rojo, deberán saber que de todas maneras deberán enfrentar el dilema de correr o encaramarse, porque el estallido interno quizá demande un costo mucho mayor de vidas perdidas o afectadas por un conflicto militar intestino que lleve meses sino años resolver.
Claro que tienen otra posibilidad y es la de irse a sus casas y hacerse los absolutamente inocentes, pero deben saber que muchos serán procesados y como regirían sanciones y conductas propias de tiempos de guerra, solo los leales tendrán derechos, los refractarios o alineados con el campo enemigo, deberán ser barridos sin contemplaciones, por aquello de la tradición del “Decreto de Guerra a Muerte”.
Lo paradójico del futuro inmediato venezolano, a 200 años de aquel decreto draconiano de Bolívar, es que el Estado Español puede terminar siendo aliado para hacerlo viable pero no contra los españoles y canarios, que constituyen medio millón de ciudadanos en su laboriosa y pacifica comunidad que nos acompaña y sufren los efectos calamitosos del chavismo en el poder, sino contra nuestra propia plaga y la importada de esbirros castristas.