La escasez no sólo ha afectado el área de la salud o de la alimentación. Diario El Tiempo
Desde hace más de un año las funerarias de la zona centro de Anzoátegui, específicamente en el municipio Anaco, se han visto en severas dificultades para prestar sus servicios.
Los pedidos que hacen a las fábricas venezolanas de ataudes se atrasan y cada vez reciben menos productos.
Quienes surten a estos negocios en la ciudad gasífera sólo le dan una respuesta a los dueños: “No se consiguen las láminas”. La falta de materia prima para los féretros, madera y metal, dificulta que existan suficiente producción de ataudes.
Rosalba Valera, la encargada de la funeraria Francisca Duarte, en la calle Carabobo, manifestó que desde el año pasado no han recibido mercancía. “Hemos estamos trabajando con lo que tenemos”, dice.
En el lugar sólo quedan dos urnas y los trabajadores esperan recibir el material lo antes posible, para no bajar las santamarías.
“No hay. No hay láminas. Tienen a otras personas adelante”, esto es lo que le dicen a Valera cada vez que se dispone a hacer un pedido.
Manifiesta que el trabajo ya no es como antes y que “las cosas se han puesto difíciles”.
Añadió que hace dos años atrás o más, los pedidos llegaban completos y de vez en cuando los distribuidores se dirigían al lugar y les ofrecían material, “Ahora tú pides una cantidad y te traen las que tengan, ya no es lo mismo”.
Te lo cambio
Esta situación no sólo afecta a Valera. En la Av. Venezuela de Anaco, la encargada de la Funeraria Celestial, Yamilka Martínez, afirma que desde hace un año, han tenido que utilizar el “trueque” como una opción para mantenerse en pie.
Cuando se ven necesitados hacen intercambios, con “funerarias amigas”. Este pacto es el siguiente: yo te presto, pero cuando necesite me ayudas.
Comenta que en varias ocasiones han tenido que suministrarle material a la funeraria que le presta servicio a la Alcaldía de Anaco. Lo cierto es que la situación empeora mes a mes y en cada nuevo despacho, el precio de los féretros aumenta.
Habitantes de Anaco se preguntan hasta cuándo la escasez formará parte de sus vidas.
“No sólo es la comida, los productos de limpieza, las medicinas, hasta las urnas están escasas. En este país ya no se puede estar”, comentó molesta Luisa García.
“Ya no podemos ni enterrar a nuestros muertos por falta de urnas. No hay paz”, se quejó Gregoria Díaz, quien hace 15 días despidió a un familiar. “Al final, nos trajeron una urna de Maturín”.