Para una persona con discapacidades, visuales, motoras, auditivas o cognitivas, que viva en Venezuela, las facilidades para movilizarse, especialmente en espacios públicos, prácticamente, salvo muy mínimas excepciones, son inexistentes, lo que pueden comprobar, o padecer, quienes se atreven valientemente a salir a la calle, reseña El Impulso.
Como ya reseñamos en el trabajo anterior, faltan rampas para acceder a las aceras y el transporte público les está vedado, con parciales excepciones.
Obligatoriamente muchos de los discapacitados tienen que depender de implementos para movilizarse, en especial sillas de ruedas o bastones, pero, allí también está el problema, por lo inaccesible que, debido a los altos costos, resulta su adquisición.
“Una silla de ruedas estándar, de la más sencilla, está por el orden de los 20 mil bolívares en Venezuela, cuando en los Estados Unidos su costo no pasa de los 100 dólares”, explica Yuyita de Chiossone, quien desde hace años preside el Banco de Sillas de Ruedas (Bandesir)”, institución que totaliza 4.782 pacientes con deficiencias motoras atendidos desde su fundación en 1984.
Con un valioso grupo de colaboradoras y colaboradores hasta la fecha ha registrado 12 mil personas con diferentes discapacidades.
Recomienda al Gobierno nacional permitir las importaciones a dólares preferenciales para favorecer a tantas mujeres y tantos hombres y niños que dependen de esos implementos para movilizarse.
Hay otros tipos, los destinados a cuadraplégicos, necesarios para quienes deben mantener la cabeza reclinada, cuyos precios son prohibitivos, de allí que los pacientes deben resignarse a permanecer en camas, prácticamente impedidos de recibir la luz solar con la regularidad necesaria.
Y si nos referimos a las que tienen motor, son inaccesibles para personas de pocos o medianos recursos, pues sus precios son similares a los de una moto de alta cilindrada.
“Tampoco existen los bastones cuatro puntas”, advierte Chiossone.
Se trata de bastones con una base al final que permiten mayor seguridad a la persona y se les considera más manejables que las andaderas, pero desde hace algún tiempo tampoco llegan a las tiendas especializadas.