Un bebé de 11 meses encontrado vivo en medio del barro se convirtió en el milagro de la tragedia ocasionada por una avalancha en la montañosa población colombiana de Salgar, donde han muerto al menos 78 personas.
El médico Jesús Antonio Guisao contó vía telefónica a The Associated Press que el niño Jhosep Díaz fue llevado hasta el hospital de Salgar “unas dos horas después de que empezó todo” hacia las tres de la mañana del lunes.
“Estaba inconsciente, no abría los ojitos pero estaba respirando. Estaba como tranquilito pero no tenía conciencia. Sólo respiraba y estaba muy hipotérmico, muy frío”, agregó el galeno.
Luego de ser estabilizado fue trasladado al hospital de Ciudad Bolívar, una localidad cercana a Salgar, y posteriormente llevado a una clínica de primer nivel en Medellín, la segunda ciudad en importancia del país y a 250 kilómetros al suroeste de Bogotá.
De acuerdo con Gabriel Ángel Rincón, de 42 años y primo del pequeño, 16 integrantes de su familia murieron en el alud, de los cuales se recuperaron los cuerpos de 12.
Las víctimas eran casi todos cafeteros y durante buena parte de su vida habitaron la zona donde ocurrió la crecida de la quebrada la Liboriana.
“Una de mis tías viajó el fin de semana a Salgar a unos días de descanso y llevaron a Jhosep y a Marcela Hernández Rincón. Ella tenía 22 años y Marcela tenía sólo a Jhosep… Sólo Jhosep se salvó”, destacó el hombre en diálogo telefónico.
La tragedia de la familia ocurrió en el sector de Escuela Vieja de Salgar, donde el alud se llevó todo a su paso y en ese lugar dejó al menos 28 muertos, según testigos.
El pequeño, añadió, “ya está tomando teterito (biberón). El niño está estable… se salva con la gloria de Dios. La custodia va a quedar con el abuelo”.
El padre del niño fue asesinado hace un año en la población de Andes, cerca de Salgar. Rincón dijo desconocer la causa del homicidio.
En tanto, las autoridades advirtieron el miércoles que son mínimas las posibilidades de hallar con vida a las personas reportadas como desaparecidas tras la avalancha.
Así lo indicó telefónicamente a la AP el jefe de socorro nacional de la Cruz Roja Colombiana, César Urueña, quien observó que “no hay” posibilidades de ubicar con vida a los desaparecidos en Salgar, en el departamento de Antioquia y a 265 kilómetros al noroeste de Bogotá.
“Hemos hecho recorridos y ahora vuelvo a subir (a buscar) sitio por sitio”, dijo Urueña y explicó que se está trabajando en un sector de unos 40 kilómetros de extensión.
Según Urueña podría haber entre 50 y 80 desaparecidos. De todos modos, enfatizó, los milagros no se pueden descartar nunca en este tipo de eventos.
Según la estatal Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres unos 300 hombres y mujeres siguen en las labores de búsqueda.
María Inés Cardona, funcionaria de la gobernación de Antioquia, dijo a los reporteros que de los 78 muertos, 39 ya fueron identificados. El servicio de agua fue restablecido en un 70% y el de gas en un 95%. Unas 232 familias han sido reportadas como damnificadas por la avalancha.
La Defensora del Pueblo en Antioquia, Gloria Blandón, indicó por teléfono que 772 personas figuran entre los afectados. Es muy posible, añadió la funcionaria, que el jueves haya un primer sepelio colectivo en el poblado.
En el hospital sólo hay dos personas heridas por el alud y ninguna reviste gravedad.
La de Salgar es tal vez la mayor tragedia en Colombia desde el terremoto que en 1999 sacudió a la ciudad de Armenia con un saldo de más de 1.000 muertos.
El presidente Juan Manuel Santos, que viajó el lunes a la localidad para supervisar las labores de rescate, indicó que varios niños perdieron a sus padres.
El mandatario prometió reconstruir las viviendas perdidas y proporcionar refugio y asistencia a las personas afectadas.
La accidentada orografía de Colombia, ubicada en una zona con actividad sísmica en el extremo norte de los Andes, combinada con la mala calidad de las construcciones, hace de esta nación una de las más propensas a los desastres en Latinoamérica.
Más de 150 catástrofes han sacudido al país en los últimos 40 años, las cuales han cobrado más de 32.000 vidas y afectado a más de 12 millones de personas, según el Banco Interamericano de Desarrollo. AP