Venezuela buscó abrir el miércoles un nuevo frente en su disputa verbal con la industria estadounidense del petróleo no convencional, al sugerir que las actividades para la extracción de esquisto representan una grave amenaza para los suministros de agua.
En la última crítica a la técnica de la fractura hidráulica que ha generado enormes suministros de petróleo en Estados Unidos, el principal mercado para la venta del crudo venezolano, el ministro de Petróleo y Minería de la nación sudamericana, Asdrúbal Chávez, mencionó “el amplio impacto medioambiental” del esquisto.
“Esto no parece causar ninguna preocupación entre los gobiernos que lo promueven o en las compañías involucradas”, dijo en un seminario de la OPEP en Viena al que asistieron presidentes ejecutivos de algunas de las mayores petroleras del mundo, entre ellas Exxon y BP, que operan en la industria de esquisto de Estados Unidos.
“Es responsabilidad de las naciones productoras de crudo convencional desarrollar mecanismos de precios que tomen en cuenta a estos actores económicos y geopolíticos que promueven tecnologías que amenazan la disponibilidad de un recurso fundamental para la existencia humana: el agua”, añadió.
Los comentarios son similares a los de activistas medioambientales en Estados Unidos, que han cuestionado la práctica por las enormes cantidades de agua que deben ser inyectadas en los yacimientos, y por el riesgo de que las sustancias químicas utilizadas en la fractura hidráulica puedan filtrarse en las napas subterráneas.
El asunto es complejo para la ciencia porque en muchos lugares no se han tomado datos sobre la calidad de agua de las napas antes de que comenzara la extracción de energía.
Después de años de estudios, la Agencia de Protección al Medio Ambiente de Estados Unidos (EPA) deberá publicar dentro de poco un reporte sobre el posible impacto de la fractura hidráulica en las reservas de agua dulce del país. Otras investigaciones no han podido identificar fallas sistémicas, aunque algunos incidentes reportados por medios han causado preocupación pública.
Las declaraciones del ministro venezolano representan la crítica más reciente contra el auge de una industria que es señalada ampliamente por reconfigurar al mercado del crudo del mundo, afectado por un sobreabastecimiento que provocó un colapso de los precios hace un año.
El fuerte declive de los precios del petróleo perjudicó gravemente a Venezuela, que depende en buena parte de los ingresos por la venta de su crudo y cuya economía atraviesa por una profunda recesión.
Chávez responsabilizó a la fractura hidráulica por crear “involuntariamente una guerra de precios entre países hermanos productores de petróleo”.
El presidente venezolano, Nicolás Maduro, ha acusado por meses a Estados Unidos de inundar deliberadamente el mercado del crudo con su producción de esquisto para hundir los precios y desestabilizar el país sudamericano miembro de la OPEP, cuyos embarques del combustible a las refinerías estadounidenses han caído a la mitad en la última década.
Reuters