En los estrechos pasillos del avión de la compañía Alitalia que le lleva a Ecuador, el papa Francisco volvió a mostrar su carácter cercano y con los periodistas que le acompañan bromeó, recibió decenas de regalos, bendijo fotos y objetos y tuvo una frase para cada uno de ellos.
Tras terminar el desayuno – fruta, fiambre, queso, bollería y yogur – Francisco, que viaja en la parte delantera del avión, se dirigió al fondo donde le esperaban los 75 periodistas que le acompañan en este regreso a Latinoamérica.
Y “muchos se han quedado fuera al no haber espacio, pues hubo más de cien peticiones”, le explicó el portavoz vaticano, Federico Lombardi.
“Buenos días. Gracias a todos. Os agradezco el trabajo que haréis. Un trabajo que será duro y que puede hacer tanto bien… Dar noticias de las cosas que sucederán en este viaje. Nos veremos en estos ocho días”, afirmó el papa de pie junto a Lombardi.
Después Francisco comenzó a saludar uno a uno a los periodistas por los estrechos pasillos del Airbus A330 rodeado de cámaras de televisión, fotógrafos y tantas tabletas y teléfonos, pues todos quieren también una foto con el pontífice.
“Dentro de un rato estamos a casa”, dice el papa con una amplia sonrisa al saludar a Efe y echar una ojeada por la ventanilla, después de que Matteo Bruni, el responsable del Vaticano que acompaña a los periodistas durante el viaje, cita el nombre de la agencia.
Porque “su casa” es Latinoamérica, donde ya estuvo en julio de 2013 cuándo visitó Brasil, pero en Ecuador, Bolivia y Paraguay se podrá expresar en su idioma e improvisar sus discursos como a él le gusta.
A otra periodista española, Francisco le hace notar que en estos momentos estamos sobrevolando España al mirar el reloj que marca las 10:30 horas, tras una hora y media de vuelo.
Como en cualquier audiencia de los miércoles, los periodistas, como los fieles en San Pedro, le han traído regalos y le piden selfies o bendiciones.
Los más emocionados son los periodistas que han llegado de dos procedentes de Bolivia, otros dos de Ecuador y dos de Paraguay para seguir al papa durante todo su periplo en Latinoamérica.
Un periodista ecuatoriano ha traído fotos de su familia para que se las bendigan, mientras que una reportera boliviana le regaló una pequeña reproducción de una de las cruces de madera que el papa bendecirá en Santa Cruz durante la misa de apertura del Congreso Eucarístico en la Plaza del Cristo Redentor.
Francisco no duda en posar para hacerse una autofoto con la periodista boliviana que se lo pide “aunque con mucha vergüenza”, confiesa después, y recibe decenas de sobres con “documentos y fotos personales” que le entregan otros reporteros.
“He leído tu libro”, comenta Francisco a un periodista y a la “vaticanista” del diario de Roma “Il Messaggero”, el único periódico que el papa reveló leía cada mañana, la felicitó por el último artículo de esta mañana sobre Benedicto XVI.
Bromea con los cámaras de televisión, que llevan al hombro su instrumento de trabajo y no lo pueden apoyar ni siquiera cuando el papa les saluda.
Un periodista saca su teléfono móvil y enseña la foto de su abuela y le pide una bendición y Francisco sin titubear acerca su dedo a la pantalla para impartirla.
A quien le recordó que le espera un duro viaje, el más largo realizado hasta ahora, y que se lo debe tomar con calma, el papa le contestó bromeando: “No pasa nada, mascaré (la hoja de) coca”.
No hay prisa, quedan 11 horas por delante, y Francisco se detiene con paciencia con todos a intercambiar algunas frases o bendecir los 30 rosarios que un periodista se trajo de Tierra Santa, o la medallita de otro que saca del bolsillo.
En los próximos vuelos, cuando Francisco ponga rumbo a Bolivia y a Paraguay, como suele ser habitual, el ambiente será más serio y responderá a las preguntas de los periodistas, así como en el viaje de vuelta, dedicará más de una hora a contestar a los reporteros que viajan con él. EFE