La frase de Groucho Marx, “No deseo pertenecer a ningún club que acepte como socio a alguien como yo”, está de vuelta. Su promotor es un griego altanero llamado Alexis Tsipras, primer ministro de su país, maula y enemigo de un club llamado Europa. A diferencia de Groucho, marxista de su propia tendencia, mientras el muro de Berlín caía, Alexis se inscribía en las Juventudes Comunistas y hoy lidera Syriza, una coalición de izquierda radical de socialistas-ecologistas, marxistas-leninistas, trotskistas, maoístas, eurocomunistas y euroescépticos. Sobre todo escépticos, porque están llevando a su país a la derrota del futuro, aplaudidos por los destructores, patoteros y holgazanes del mundo para quienes el trabajo ha pasado de moda y queda mendigar, vestir de andrajos y vivir del fiado. Grecia volverá a ser un país de cabras, pastores y calibanes hasta que le digan a Zorba y los bebedores de Ouzo que se ha acabado la fiesta y debe reponerse la vajilla rota y desportillada.
Grecia tiene una deuda de unos trescientos cincuenta mil millones de euros y nadie diseña un esquema sensato de restructuración. Dejen de jugar, ha dicho el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker. No obstante el chantaje, Merkel y Hollande no tiran la puerta de las negociaciones a ver si estos fumadores de lumpias dejan atrás la infancia. Pero a deudores y perdonavidas les sobran defensores como Chomsky que propone condonar la deuda griega debe. O Saskia Sassen que imposta que los programas de ajustes representan los nuevos genocidios.
Los maulas no tienen otra meta que la ruina. El mundo se sigue debatiendo, por más lanza codazos que abusen del cuento del fin de las ideologías, entre la libertad y su creación versus el estatismo y su destrucción. Entre las bondades del capitalismo y las lacras del socialismo. Es posible un estado de bienestar en el centro sólo con la riqueza y prosperidad del capitalismo. Entre Friedrich von Hayek y el Ché Guevara median muchas diferencias: las mismas que distinguen un Mercedes Benz de una bicicleta cubana con los cauchos espichados. El primero es expresión de una teoría de éxito y el segundo del asalto a la propiedad. Socialistas, ocupas y damnificados de todo pelaje celebran el No griego rumbo a la apostasía del euro. Solicita hoy tu préstamo, rumbéate la plata, y mañana convoca a un referéndum para no pagar: eso sí, cita a Marx, escupe a tus banqueros y llámalos terroristas. “Hacia allá debemos ir”, ha canturreado un estadista. ¿Qué pensarán los optimistas chinos de quienes amenazan con echar el carro? ¿Cómo se dice impago en ruso camarada Vladímir Vladímirovich Putin?
@kkrispin