Que la OPSU asignara la mayoría de los cupos universitarios a los estudiantes con promedio de 20 puntos, suena muy bien, si lo dejamos hasta allí. Creo que elogiaríamos la medida. Incluso, celebraríamos el hecho de que el organismo esté aupando y premiando la excelencia académica, con la intención de promover y estimular la sana competencia entre los estudiantes. Sin embargo, resulta que, esos bachilleres summa cum laude que acapararon los cupos universitarios, son las lumbreras egresadas de la Misión Ribas, programa gobiernero que gradúa bachilleres express, en apenas dos años. Unos bachilleres en tiempo récord, con formación dudosa e ideologizada; pero, eso sí: muy leales al gobierno.
Esos jóvenes, los de la Misión Ribas, serán los futuros médicos, ingenieros, abogados y agrónomos del país, porque así lo quiere imponer el régimen. Muy preocupante, sobre todo, porque los miles de bachilleres egresados a través de este sistema, probablemente, no recibieron ni física, ni química, ni biología y tan sólo dieron un vuelo rasante por la matemática, la historia y las ciencias de la Tierra. Pues ellos, los bachilleres de la Misión Ribas, serán los que ocuparán los pupitres en las universidades. Y si todo sale como el gobierno tiene en planes, en cinco años, estos muchachos –que, insistimos, no saben de química, ni de biología, ni de matemática, ni de física, ni de ciencias de la Tierra, ni de historia; pero, que les aseguro, vieron en profundidad Comunismo I y Comunismo II- serán los encargados de construir los puentes, las carreteras y los edificios de nuestra nación. Tendrán bajo su responsabilidad la conducción de las industrias del país. Serán los futuros médicos que, en los hospitales y clínicas, curarán y operarán a los enfermos. Participarán en juicios en los tribunales y otros serán los responsables de dictar las sentencias. ¿Su formación estará a la talla del reto universitario que se les avecina? Yo, sinceramente, lo dudo. Esto es otra Oda a la Mediocridad de este desgobierno, que premia a quien no se esfuerza –pero, le es fiel- y castiga al que se destacada a punta de inteligencia y méritos.
Es verdad que todos, sin distingo, ni exclusiones, deberían tener derecho a la educación. Una nación es más próspera, en la medida que sus ciudadanos están mejor formados. Ese es el deber ser de una sociedad con aspiraciones y planes de desarrollo, como muy bien lo resumió en una oportunidad, Don Cecilio Acosta: “Educar a todos, eso es todo”. Pero, no de esta manera. No es imponiendo al mediocre sobre el alumno de comprobada capacidad y preparación. Por eso, el terror a las pruebas internas de las universidades y por eso su prohibición. Porque este desgobierno sabe qué clase de bachiller graduó. Desechar al mejor capacitado para darle oportunidad al anodino, no suena esperanzador. Y la verdad, por más que quiero concederle el beneficio de la duda a estos bachilleres express, la experiencia ha demostrado y comprobado que, al final de una carrera, sólo terminan graduándose los más aptos. Es más, me atrevo a vaticinar que la deserción del próximo período académico será muy alta. Con el riesgo de que el régimen vuelva a intervenir y, vía decreto o sentencia de un tribunal, obligue a las universidades a aprobar a los aplazados. Y copie lo que impuso en la Educación Media donde un estudiante jamás puede ser raspado. Peor aún, podría suceder como ocurre en algunos liceos públicos donde, para obtener la calificación de materias que los alumnos jamás han cursado –pero que son obligatorias en el pensum- se les promedia con las que sí han visto y, así, a la ligera, el asunto queda resuelto.
Conversando en días pasados con el profesor Víctor Márquez, presidente de la Asociación de Profesores de la UCV, recordaba que, recientemente, el TSJ a través de su Sala Constitucional, le ordenó a las universidades autónomas a cumplir con la asignación de cupos de la OPSU. Decisión aplaudida y celebrada por Maduro. Y el trasfondo de todo es que, con esto, se pretende cumplir con los lineamientos del Plan de la Patria, que no es más que el Plan de Destrucción de la Patria. Una vez más este antigobierno, imponiendo su garrote, viola la autonomía universitaria y deja sin oportunidades de estudios superiores a muchachos de excelentes promedios, pero que, para su “desgracia” no estudiaron en la Misión Ribas, sino que cursaron su educación media convencional de cinco años, en un liceo o un colegio privado. Irónico, ¿no?
¿A dónde nos está empujando esta gente que, además, sabemos, ninguno de ellos califica para los cargos que ocupan? El mismo Maduro es un ejemplo: un presidente circunstancial que llegó a la presidencia del país, con tan sólo su “licencia” de 5° grado, que lo capacita para conducir autobuses ¿Acaso no fue el Ministro de Educación quien dijo que no iban a sacar a la gente de la pobreza para que se convirtieran en escuálidos? Mientras haya pobres y brutos ellos podrán seguir gobernando. ¿No están nuestras instituciones comandadas por personas sin preparación? Premiar la mediocridad ha sido uno de los mayores logros de este antigobierno. Con esta decisión, la sociedad entera está asistiendo al más perverso engaño ideológico, producto de una vil y ruin estrategia totalitaria. Por tanto, graduar mediocres afectos a su ideología, será otra de las vías que utilizarán para garantizarse su sobrevivencia.
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