Estados Unidos y Cuba marcaron discretamente el lunes el comienzo de una nueva era en sus relaciones post-Guerra Fría, restaurando formalmente sus relaciones diplomáticas cortadas hace más de cinco décadas y restableciendo embajadas en sus respectivas capitales.
Justo después de la medianoche, ambos países alcanzaron un nuevo hito en el deshielo histórico que comenzó con unos anuncios realizados por el presidente estadounidense, Barack Obama, y el mandatario cubano, Raúl Castro, el 17 de diciembre.
El ministro de Relaciones Exteriores de Cuba, Bruno Rodríguez, presidirá alrededor de las 10.30 hora local (1430 GMT) el izamiento de la bandera cubana por primera vez en 54 años en una mansión que volverá a servir como la embajada de La Habana en Washington.
El evento simbólico será seguida por una reunión en el Departamento de Estado entre el Secretario de Estado, John Kerry, y Rodríguez, el primer ministro de Relaciones Exteriores de Cuba en una visita oficial a Washington desde la Revolución Cubana de 1959.
Mientras los cubanos realizan su ceremonia, la Embajada de Estados Unidos en La Habana también será reabierta. Pero ninguna bandera estadounidense ondeará allí hasta una visita de Kerry fijada para el próximo mes. “Queríamos que el secretario estuviera allí para supervisar estos eventos importantes”, dijo un funcionario del Departamento de Estado.
Las diferencias no han desaparecido completamente y se espera que los esfuerzos hacia una normalización plena entre Estados Unidos y la isla de Gobierno comunista procedan lentamente. Las medidas del lunes culminaron más de dos años de negociaciones entre ambos gobiernos.
Más de 500 personas asistirán a la apertura de la embajada cubana en Washington, incluyendo miembros del Congreso. No se enviaron invitaciones a los legisladores anticastristas de línea dura. La delegación estadounidense estará encabezada por la subsecretaria de Estado, Roberta Jacobson.
Kerry y Rodríguez se reunieron por última vez en abril en la Cumbre de las Américas en Panamá, donde Obama y Castro también sostuvieron conversaciones. Asesores ven el acercamiento a Cuba como un apoyo para el legado de Obama.
El restablecimiento de las embajadas, acordado el 1 de julio, abre un nuevo capítulo en su interacción al relajar los contactos gubernamentales, fuertemente restringidos desde que Estados Unidos rompió relaciones en 1961.
Una misión estadounidense plena en La Habana podría ofrecer cierta tranquilidad a las empresas interesadas en invertir en Cuba y también ayudar a allanar la vía para que los ciudadanos estadounidenses realicen más viajes a la isla.
El proceso de normalización ha sido frenado por disputas persistentes, incluyendo diferencias sobre la situación de los derechos humanos en Cuba, así como el deseo de La Habana de mantener un control estricto sobre su sociedad y la economía dirigida por el Estado.
Un embargo económico de Estados Unidos contra Cuba se mantendrá en vigor, y sólo el Congreso estadounidense puede removerlo.
Aun así, antes del amanecer del lunes, el Departamento de Estado tiene previsto izar una bandera cubana en su vestíbulo junto con las banderas de los otros países con los que Washington mantiene relaciones. Reuters