Suben y suben. Así es el comportamiento de los artículos que no se producen en el país, pero que se ofrecen en los distintos comercios a precios calculados en base al dólar “no oficial”, reseñó Panorama.
Con “asombro” y “malestar” los marabinos ven como cada semana aumenta el valor de los repuestos para vehículos, línea blanca, ropa, calzado y los equipos de última generación: televisores, ordenadores y celulares. La respuesta de los vendedores es siempre la misma: “Está más caro porque el paralelo se disparó”.
Lo que hace dos años era impensable y hasta increíble, hoy es una realidad. Celulares que superan los 230.000 bolívares —unos 30 salarios mínimos—; aires acondicionados de 24.000 BTU en Bs. 160.000, calzados con la astronómica cifra de Bs. 30.000, un jeans en Bs. 20.000 y bombas de gasolina genéricas para carros que superan los 18.000 bolívares (cinco meses atrás en Bs. 3.500).
Y es que ante la falta de divisas oficiales —6,30 Bs./$ (Cencoex), 12,80 (Sicad) o 198 bolívares por dólar en el Simadi—; hoy, los artículos más “sensibles” y “vulnerables” al alza desmedida son aquellos provenientes del extranjero que antes recibían divisas preferenciales, pero en la actualidad sus precios son fijados en la tasa paralela.
Los datos más recientes reflejan que la divisa en el mercado negro supera los 621 bolívares. La misma ha trepado más de 600% en el último año, que representa un alza de Bs. 447 por dólar.
Desde el sector comercial los dueños se defienden. José Martínez, propietario de tienda de ropa y calzados de marca, y que además importa desde EE UU buena parte de su mercancía, alega que el no trabaja “a pérdida”.
“Es imposible que los precios no suban al ritmo que sube el paralelo. Muchas personas se quejan, pero a mi se me hace una tarea imposible conseguir dólares en el Simadi, a pesar que he participado en innumerables subastas. ¿Qué opción me queda? ir al mercado negro, a aquellas personas que revenden sus dólares. Todo eso lo tengo que meter en el valor de lo que comercializo”, señaló Martínez.
En el otro extremo y del lado del consumidor las “quejas” son la respuesta más común.
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